Por: Arturo Moreno Baños
Hernán Cortés inició el sitio de la Gran Tenochtitlan el día 30 de mayo de 1521.Como era previsible cortó su principal suministro de agua: el acueducto de Chapultepec y aprovechó la profundidad del lago de Texcoco para botar trece bergantines que construyó con ayuda de los pueblos indígenas enemigos de los aztecas. Cuauhtémoc, último tlatoani mexica, logró reunir trescientos mil hombres y preparó la defensa de la plaza reuniendo víveres, levantando fortificaciones, aumentando las cortaduras de las calles de tierra y quitando los puentes que unían a las principales calzadas de la ciudad con tierra firme, dejando abierta la del Tepeyac a través de la cual recibían alimentos hasta que los españoles cortaron la última salida y Tenochtitlan quedó completamente aislada.
Los mexicas conocían del potencial militar que podían llegar a proporcionar las aguas del lago. Aún antes del sitio, cuando Cortés, repuesto de la dolorosa derrota de la Noche Triste, avanzaba por el sur del valle de México, los mexicas intentaron un último recurso contra los invasores antes de agruparse definitivamente en la capital imperial. Los guerreros indígenas se retiraron de una de las poblaciones del lago, misma que fue ocupada inmediatamente por los españoles.
Épica fue la defensa de la ciudad. El sitio se prolongó durante setenta y cinco días en que los españoles encontraron grandes dificultades para avanzar a través de los canales y acequias de Tenochtitlan. Se derribaron casas, muros y jardines para crear caminos firmes por donde proseguir la marcha al tiempo que desde el exterior los bergantines hostilizaban el perímetro de la ciudad.
El 13 de agosto de 1521, luego de setenta y cinco días de sitio, la legendaria Tenochtitlan sucumbió ante el embate de los españoles y los miles de indígenas que se unieron al conquistador para terminar con el yugo del imperio mexica.
No quedó piedra sobre piedra. Cortés avanzó difícilmente entre los escombros de las casas señoriales y palacios que lo habían maravillado en noviembre de 1519. La muerte impregnaba el ambiente.
Hernán Cortés ordenó iniciar los trabajos de limpieza enterrando de inmediato los cadáveres para prevenir una posible epidemia de peste. El trabajo se llevaría varios meses. Mientras abandonaba la ciudad, en su cabeza surgió una nueva disyuntiva que debía meditar en los próximos días: ¿debía fundar la ciudad capital del vasto reino recién conquistado sobre aquella isla o edificarla sobre tierra firme?
El conquistador decidió establecerse en un pequeño pueblo que se encontraba en la costa sur del extenso lago.
«Parecióme por el presente -escribió Cortés al rey Carlos V- no ser bien residir en ella [Tenochtitlan], por muchos inconvenientes que había y paséme con toda la gente a un pueblo que se dice Cuyoacán».
Sin embargo decidió volver a lo que fuera Tenochtitlan con la clara intención de continuar con el legado mágico e imponente de lo que fuera el imperio mexica. Con el tiempo se comenzó a formar una gran ciudad que aun hoy maravilla a mexicanos y extranjeros.
No cabe duda de que la magnificencia de lo que fue Tenochtitlan se fusiona con el pasado español para formar la ciudad que hoy en día nos une y nos enorgullece al ser nuestra capital nacional.
¿Tú lo crees?… Sí yo también sin duda.