Por: Dr. Jesús David Quiroz Jiménez

Hace algunos días escuché las palabras de un actor social en el Altiplano Hidalguense sobre su percepción del cambio climático actual. Él dijo: “hace más calor que antes y si bien llueve lo mismo en el año, las lluvias son torrenciales y después no ocurren más”. Desde el punto de vista de la investigación, su afirmación es cierta; mientras las temperaturas planetarias han ido en aumento desde hace décadas, los patrones de precipitación se han visto alterados temporalmente dependiendo del espacio geográfico.

En México, donde el primer semestre de 2024 se caracterizó por algún grado de sequía en casi todo el país, las lluvias se han vuelto noticia, se esperan con ansias y han causado revuelo. Es decir, algo a lo que estábamos habituados se ha convertido en un tema de tendencia. Incluso han llegado a viralizarse en diarios de circulación nacional noticias falsas que brindan fechas exactas de inicio y término de un intervalo al que describen como de “calor extremo y aridez, que parte de un fenómeno conocido como “Canícula o Veranillo”; algo inadecuado, imprudente, inexacto e imposible de predecir.

Estrictamente, este fenómeno no se presenta en todo el país y es más apreciable en los estados del sur. Se caracteriza simplemente por una disminución de las lluvias durante verano (comúnmente en agosto), es decir, la época más húmeda y cálida del año. Sin embargo, cabe resaltar el cambio de percepción socioambiental sobre la meteorología y climatología, lo que puede ser favorable pues crea más conciencia socioambiental, pero que también genera ingresos en los medios electrónicos y puede usarse de manera irresponsable.

La viralización de “fake news” de este tipo quizá tenga su origen en el bombardeo de información en relación con nuestro entorno, la necesidad de creerse sabio sobre cualquier tema y nuestra ansiedad social (probablemente esté equivocado); aunque también resulta de una más notoria alteración de los fenómenos atmosféricos, difícilmente atribuibles a factores naturales.

Es verdad cuando decimos que antes no hacia tanto calor, que antes llovía más o que el día de San Juan (23 de junio) era de lluvia segura (anecdóticamente). Todo ha cambiado, pero hemos estado tan acostumbrados a ciertas condiciones, que es difícil creer que ya no será así, que debemos aceptarlo y adaptarnos.

El cambio climático es heterogéneo, de ahí que se hable de aumentos promedio de temperatura a nivel mundial y no de extremos, pero cuando se trata de precipitación, hay mucha mayor variabilidad espacial y no hay tendencias únicas. Por ejemplo, en gran parte de Canadá y Estados Unidos se estiman aumentos generalizados de las lluvias debido al calentamiento global a mediano plazo; mientras en México, el panorama apunta a lo opuesto.

Quizá en este punto, una pregunta consecuente sea: qué pasa con todo el argumento de este texto si en este año las lluvias han acabado, por fin, con la sequía, las represas han alcanzado su máxima capacidad, los ríos se han vuelto caudalosos y las inundaciones han sido constantes en el centro del país y la vertiente del Golfo de México. Pues que toda esta exposición de argumentos y lluvias con inicio abrupto (principios de junio y sin indicios en mayo), que siguieron al extremo árido de 2023, apunta a fenómenos meteorológicos anormales. Todo esto en un intervalo que se esperaba más húmedo debido a factores naturales como “La Niña”, cuyo desarrollo está temporalmente retrasado.

Además, por factores naturales y probablemente antropogénicos, los estados del noroeste de México se han vuelto espectadores de las lluvias de gran parte del país; Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Durango siguen con sequía excepcional, en una época donde el Monzón Mexicano (Norteamericano) debería empezar a aportarles humedad desde el Golfo de California.

De esta forma, la percepción hídrica puede estar sesgada en la mayor parte de la población mexicana; esta podría inferir su abundancia y al mismo tiempo subestimar su importancia, hasta que el próximo año o el subsecuente, nos volvamos a acordar de la posibilidad de vivir en escasez gradualmente mayor, debido al panorama sin retorno inmediato que plantea el cambio climático. Pero hay algo positivo en el panorama actual, casi de manera obligada hemos reconsiderado la interacción con nuestro entorno y el siguiente paso es actuar.

*Dr. Jesús David Quiroz Jiménez
Profesor Investigador SNI CONAHCyT Nivel*
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