Por: Jorge Esquena 

Ocupados en la carrera por la presidencia de Estados Unidos, la renovación del Congreso aparece en segundo plano, cuando es tan importante como la anterior y de la misma manera, con una cerrada competencia entre los dos partidos mayoritarios: el Demócrata y el Republicano.

Ambas elecciones se realizarán el mismo martes 5 de noviembre para renovar 34 senadurías, un tercio del total, y las 435 posiciones de la Cámara de Representantes.
Recordemos que a la fecha el control del Congreso se encuentra dividido, con los republicanos en posesión de la Cámara de Representantes y los demócratas dirigiendo el Senado gracias al apoyo de cuatro independientes, mientras que en la llamada Cámara Baja los demócratas se encuentran con ocho curules menos que los republicanos, es decir, 212 a 220, y tres vacantes.

En Estados Unidos el poder Legislativo tiene un poder real para controlar al Ejecutivo, por lo que la división de poderes entre estos dos más el Judicial debe entenderse como un sistema efectivo de pesos y contrapesos, de ahí que el hecho de que un partido llegara a controlar ambas cámaras legislativas, daría a su poder real un aumento. Que ese aumento coincidiera con un presidente del mismo signo no querría decir que ese mandatario o su partido de forma automática pudiera imponer sin más sus políticas, ya que los legisladores estadunidense tienen un margen amplio de autonomía.

Un ejemplo conocido con amplitud en tiempos recientes son los llamados shutdown o cierre de actividades en servicios y tareas gubernamentales no esenciales debido a la falta de acuerdo para aprobar el presupuesto federal estadunidense.

Se trata, en efecto, de cuando el Ejecutivo no logra que su propuesta de presupuesto sea aprobada por el Legislativo, pero también ha ocurrido que el partido que se opone al presupuesto gubernamental, falle en presentar un alternartiva debido a que le resulta imposible que sus legisladores acuerden tal propuesta alternativa, como ocurrió en 2023, hace un año, cuando los republicanos demoraron en presentar su propuesta alternativa.
Inclusive la opción de ampliar el presupuesto en vigor 45 días tampoco prosperó, debido a legisladores republicanos que se opusieron, en el marco de una pugna entre el conjunto de representantes republicanos y su líder, que es también el tercero en la jerarquía institucional tras la presidencia y la vicepresidencia.

Lo anterior es un ejemplo del poder real que tiene el Congreso, en este caso su cámara de Representantes, y que en esta elección aparece como un elemento fundamental para que el partido que gane la presidencia pueda llevar adelante sus políticas si cuenta con un Congreso afín, o que la oposición se oponga al Ejecutivo si son de diferente partido.
Este año, en consecuenia, se trata de que los republicanos mantengan la mayoría en la cámara de Representantes y ganen el Senado, o que lo demócratas sigan al frente del Senado y sumen a sus colores a los representantes.

Pero diversos análisis señalan que la disputa por el Congreso es tan cerrada como por la Presicencia, donde Kamala Harris y Donald Trump se encuentran en un empate técnico, pero con el expresidente con ventaja en los estados que podrían ser decisivos para que ganara la Casa Blanca en el voto del Colegio Electoral, ya que se debe recordar que los estadunidenses no eligen directamente a su presidente, sino a electores quienes deciden finalmente.

De acuerdo a encuestas como la que ofrece projects.fivethirtyeight.com, se prefiere un Congreso demócrata, pero en realidad se trata de un empate técnico, ya que la diferencia a favor con aquellos que se inclinarían por los republicanos es apenas de 1.4 puntos porcentuales.

Un análisis del Council on Foreign Relationes del pasado 11 de octubre, marca que los demócratas podrían retener su control del Senado, pero mientras los demócratas deben ganar 23 estados para que así suceda, los republicanos deben hacerlo en los restantes 11, todos estos en estados que ganó Trump hace cuatro años, es decir, la tienen más fácil.
En la cámara de Representantes la perspectiva parece favorecer a los demócratas, debido a que la salida de la contienda del presidnete Joe Biden revitalizó a su partido, pero se anota que existe competencia sin definiciones en alrededor de 40 distritos, que cualquier partido tiene posibilidades reales de ganar, por lo que el análisis del Council señala que si bien se ve una ventaja para los demócratas, en los hechos se trata de un volado que, como la elección presidencial, se definirá hasta que se cierren las urnas y comiencen a fluir los resultados.
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