Vale la pena preguntarse qué podría suceder hoy en día si en el pasado gobierno se hubiera ejercido una política exterior activa, de liderazgo regional y de mantención de los canales de comunicación con los foros internacionales más destacados.

La respuesta debe de verse a la luz del triunfo electoral presidencial del Partido Republicano en Estados Unidos, el cual permitirá a Donald Trump regresar a la Casa Blanca a pesar de todas sus negras facetas.

Hoy en día muy escasas han sido las voces de peso internacional que han salido a cuestionar la posible imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, como mecanismo de presión para que a su vez se impongan aranceles a las compras que se hacen de productos chinos, se cierren las puertas a la migración y se combata de manera radical la producción y tráfico hacia el ávido norte de fentanilo.

Una revisión atenta a posibles reacciones a esos anuncios del entrante gobierno estadunidense, muestra que el gobierno de China criticó el aviso de nuevos aranceles a los productos chinos que entran a Estados Unidos, que se suman a otros que se han puesto en los años anteriores.

Y en ese marco, el pasado 28 de noviembre, China también criticó que se politicen los asuntos económicos y comerciales, luego de que tanto Estados Unidos como Canadá condenaron que México sea usado como puerta trasera para que productos del país asiático entren a nuestro vecino del norte. Junto a esa declaración, figura también la del presidente Joe Biden sobre no afectar las relaciones estadunidenses con México, en referencia a esos anuncios de la futura administración Trump.

Nada solidario se ha escuchado en materia comercial de presuntos aliados del actual y anterior gobierno mexicano como Cuba o Venezuela, o de organizaciones como el Foro de Sao Paolo, que en los días recientes ha mantenido su condena al bloque estadunidense de Cuba, el apoyo a Palestina y el regocijo por el regreso de la izquierda a la presidencia uruguaya, pero nada sobre México.

Pero hay que matizar. Potenciales muros de contención de la posición trumpista como en Europa son Francia o Alemania, afrontan severos problemas que les impiden ver con fuerza hacia el exterior. Francia tiene un primer ministro encargado de despacho tras el voto de censura de una alianza de la izquierda con la extrema derecha que lo hizo caer, lo que ha dejado al presidente Emmanuel Macron en una posición débil.

Alemania por su parte enfrenta problemas económicos que le han erosionado al máximo el calificativo de la «locomotora económica de Europa», y ahora se prepara para elecciones generales luego del inicio de 2025, donde si bien no parece que llegaría al poder la derecha extremista que avanza en Europa, sí se ve muy posible que aumente sus posiciones y mantenga débil el liderazgo internacional alemán.

Así, y sin olvidar que Canadá se ha sumado al coro de críticas a México, el actual gobierno nacional carece de aliados visibles en la escena internacional, sin descartar de ninguna manera que ese silencio también obedezca a la posibilidad de que sea mirado con expectación para sopesar hasta dónde puede llegar en realidad el futuro presidente Trump.

El hecho es que debe tomarse en serio lo que diga el próximo mandatario estadunidense. La realidad siempre supera a la fantasía, inclusive a las películas o series de las plataformas más acreditadas, y ahí está como prueba la historia de vida del nominado embajador estadunidense en México: Ronald Johnson.

Exboina verde, es decir, que formó parte de las fuerzas especiales del ejército estadunidense. También exfuncionario de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y en particular exembajador en El Salvador, en coincidencia con la aplicación del Plan de Control Territorial por el presidente Nayib Bukele, el de la guerra indiscriminada contra las pandillas salvadoreñas, donde las cifras a la baja de la violencia, coexisten con las detenciones arbitrarias y de personas que poco o nada tenían que ver con pandillas.

Johnson aplaudió ese plan y cuando dejó su encargo, Bukele lo condecoró. Tal es quien se perfila como próximo embajador de la Casa Blanca en México.

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