Canadá se ha puesto los guantes para enfrentar al presidente estadunidense Donald Trump, sin embargo, si va en solitario parece poco probable que tenga éxito y, de hecho, ningún otro país tendría éxito en detener al tornado naranja si va solo.
La entrada en vigor este miércoles 12 de los aranceles a las compras estadunidenses de acero y aluminio afecta en primer lugar a Canadá, pero también a China, México, Corea del Sur, Brasil, Taiwán, Alemania, India, Japón, Vietnam, Reino Unido, Emiratos Árabes Unidos, Colombia, Argentina y Bahrain, sin que haya información de algún tipo de acción coordinada.
Pero si la perspectiva es complicada en términos internacionales, dentro de la política estadounidense la situación no es mejor, pues cualquiera de los hombres de Trump podría resbalarse y caer. Por lo pronto la mirada se centra sobre todo en Elon Musk y el secretario de Comercio, Howard Lutnick, cuya cercanía con la Oficina Oval de la Casa Blanca es innegable.
Regresando a Canadá, habría que esperar unos días para que Mark Carney, el sucesor de Justin Trudeau como primer ministro canadiense, tomé posesión, comience a gobernar y se vea si su política rinde resultados.
El exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, puestos por demás importantes, podría decidir el llamado a elecciones parlamentarias en las próximas semanas y afianzar su liderazgo de manera rápida, o esperar hasta el próximo octubre, cuando formalmente se esperarían los comicios para elegir al siguiente parlamento, del cual surgiría el nuevo jefe del gobierno.
Un elemento central para decidir la mejor fecha es el impulso logrado por el Partido Liberal tras la salida de Trudeau, agrupación que ha cerrado de manera rápida la ancha brecha que le sacaban los conservadores en los sondeos de preferencia de voto.
Pero no se trata solo de la fecha de las elecciones, sino también de que su país tenga una posición rápida ante el mandatario estadunidense que no esperó para hacer realidad sus promesas de campaña.
Carney es un destacado financiero que conoce el entorno mundial, pero además parece no tener miedo al jefe de la Casa Blanca, a quien ya calificó de “matón” cuando este comenzó a bosquejar la amenaza de los aranceles, y también ha defendido la posición de que Canadá nunca será el estado 51 de Estados Unidos, la amenaza favorita de Trump para referirse a su vecino del norte.
El entrante primer ministro canadiense, que obtuvo el liderazgo del Partido Liberal con el voto del 80 por ciento de sus militantes, ha entrado en sintonía con sus conciudadanos en el punto de rechazar la anexión a Estados Unidos, pues el sentimiento de defender su integridad soberana es mayoritario.
Y lo mismo sucedió este martes 11 en las elecciones parlamentarias de Groenlandia, donde el independentista partido Naleraq, el cual postula el logro de la soberanía plena respecto de Dinamarca, obtuvo la mayoría de votos, en el marco de la exacerbación del sentimiento de independencia, lo cual no es una buena noticia para el deseo de Trump de hacerse “de una forma u otra” de esta isla, y que precisamente alimentó ese sentimiento.
La entrada en vigor de los aranceles al acero y el aluminio traerá obligadas reacciones, donde el punto es su tono, y el primero para observar será el canadiense, por sus 114 mil millones de dólares de ventas a Estados Unidos en el rubro acerero, cuatro veces superiores a las de China y poco más de seis veces a las de México, que son los tres países que más venden ese producto al país gobernado por Trump, y en consecuencia los más afectados.
En la información sobre ese tema es importante ir con cuidado con la aparente reversa del primer ministro de la provincia de Ontario, Doug Ford, al alza que había ordenado al precio a la electricidad producida en esa región y vendida a Estados Unidos. En letras no tan pequeñas de su anuncio de reversa figura que se entrevistará con el secretario de Comercio estadunidense Howard Lutnick, con quien también hablará de la revisión del tratado comercial entre esos dos países más México, que, de recibir luz verde, concretaría el deseo de Trump de adelantar esa revisión.
En tanto se esperan las mediciones de la opinión pública estadunidense sobre la gestión del magnate neoyorquino, quien ya tuvo que lanzar un salvavidas en forma de cheque para comprar un vehículo eléctrico Tesla y reafirmar así de manera pública su respaldo a Elon Musk, dueño de esa empresa y quien sigue bajo dura crítica por su forma más que ruda de hacer recortes dentro de la estructura del gobierno estadunidense.
Pero no es el único. Se encuentra también el secretario de Comercio Howard Lutnick, a quien se responsabiliza de las ideas en materia de aranceles y de sus repercusiones en el mercado de valores, que ha ido a la baja.
Y aún se encuentra el secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos, Robert Kennedy Jr., sobre quien se avecina la tormenta por la expansión de enfermedades prevenibles por vacunas como el sarampión, pero de las cuales es un claro enemigo.
Como dijo el propio Trump, sus políticas generarían un periodo de adaptación, pero está por verse quién y cómo sobrevive a esa adaptación.
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