Por: Mtra. Ofelia Bonilla Gamboa
Alguna vez se han preguntado qué sienten los hombres al enterarse que van a ser padres?
Tener un hijo/a es toda una revolución. Impacta en todos los aspectos de la vida. La llegada de un bebé es una experiencia transformadora para cualquier persona. Aunque siempre nos centramos en el impacto emocional y físico que el nacimiento tiene en las madres, este acontecimiento de convertirse en padre también trae consigo una serie de cambios profundos en los hombres. Desde el momento en que saben que van a ser padres hasta mucho después del nacimiento del bebé, los hombres experimentan múltiples emociones, muchas veces difíciles de expresar y, en ocasiones, no reconocidas ni por ellos mismos ni por quienes los rodean.
Cuando surge un embarazo, se enfrentan a cambios psicológicos y emocionales, que traen consigo alegrías, miedos y responsabilidades, incertidumbres, cuestionándose: ¿Seré un buen padre?, ¿podré darle lo que se merece? Estos cuestionamientos surgen especialmente en una sociedad que exige a los hombres cumplir con el rol masculino de ser proveedor y protector sin mostrar debilidad; este aspecto influye en la forma en que los hombres experimentan y expresan sus emociones con respecto a la idea de la paternidad.
A lo largo de varias generaciones, la masculinidad ha estado asociada con la autosuficiencia, el control emocional, la autoridad y el papel de proveedor. Bajo este esquema, la paternidad es vista más como una función social que como una experiencia emocional y afectiva. Muchos hombres ni siquiera son consultados si quieren o no ser padres, simplemente se espera que asuman su rol cuando ocurra un embarazo independientemente de sus sentimientos personales.
En este contexto cuando ocurre una paternidad no deseada, los hombres se enfrentan a conflictos internos muy fuertes; por una parte, está la presión social del deber “hacerse cargo” y por el otro lado la ausencia del deseo de la paternidad. La sociedad suele asumir que los hombres deben aceptar la paternidad como parte natural de su rol, lo desee o no. Así los hombres que enfrentan una paternidad no deseada, en cualquier contexto que esto suceda, se encuentran atrapados entre el cumplir con un rol y la experiencia real de sus sentimientos de frustración, miedo, ansiedad.
Estos sentimientos suelen ser reprimidos o manifestarse a través de actitudes evasivas o de irresponsabilidad parental que a su vez perpetúan el estigma del “padre ausente”. Algunos otros intentan responder a las expectativas sociales cumpliendo económicamente, pero alejándose emocionalmente de sus hijos/as. Otros buscan construir nuevas formas de paternidad, más afectivas y consientes, aunque esto rompa con la forma tradicional de las masculinidades.
En los últimos años se ha trabajado en promover una visión diferente de lo que es la paternidad, se maneja una visión más humana y crítica, donde el deseo, el consentimiento y la corresponsabilidad son ejes centrales para una paternidad más afectiva e involucrada en una crianza responsable.
Pero para cambiar la narrativa alrededor de la paternidad y el impacto emocional que tiene en los hombres, es necesario reconocer que los padres no solo son figuras proveedoras o disciplinarias, sino también cuidadores emocionales con una capacidad para amar, proteger y conectar con sus hijos. Es por eso que el seguir trabajando en el cambio de pensamiento en torno a los roles que se han asignado en nuestra sociedad, y dejar a un lado la represión que los hombres sienten en cuanto a expresar sus emociones, podremos asegurar la corresponsabilidad en la planificación de una crianza compartida y responsable.
Esto no solo beneficiará a los padres, sino también a las madres y a los hijos/as, que crecerán en un entorno donde el amor y la vulnerabilidad se ven como fortalezas y no como debilidades.
*Mtra. Ofelia Bonilla Gamboa
Titular de la UIIMH
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