“Danos sacerdotes según tu corazón”, con esta petición se convoca al ministerio sacerdotal que tiene como eje director la santa sede en El Vaticano.
Y aunque los tiempos que vive actualmente la Iglesia Católica son muy adversos, en el seminario mayor de Tulancingo las vocaciones aún están presentes entre los jóvenes que quieren ingresar a la vida sacerdotal, ministerio que lleva una preparación de 10 años a quienes interesa consagrar su vida al ejercicio pastoral.
Así lo refiere Mario Reyes Jiménez, director del Seminario de Tulancingo, quien aseguró que en la fe siempre habrá vocaciones, porque es la promesa del Señor, aunque reconoce que hay momentos en la historia de la Iglesia que han sido difíciles, y las vocaciones dependen también de la misma región.
“Incluso en un país es diferente, podemos decir que el Bajío o hacia Guadalajara hay más gente con vocaciones que aquí en el centro del país”.
El director del seminario de Tulancingo compartió que desde ayer inició el curso 2017-2018, con 54 alumnos en el Seminario Mayor y 30 alumnos en el Seminario Menor.
Al Seminario Menor acuden aquellos alumnos que tienen terminada su preparatoria en su casa, quienes asisten durante un año para nivelarse en cuestiones académicas y religiosas.
La preparación académica es en cuestión de español, ortografía, materias básicas, y se les enseña a vivir la disciplina de la institución, con factores que les ayuden a su formación básica, para luego en el Seminario Mayor realizar los estudios propiamente sacerdotales.
El padre Mario Reyes compartió que en relación con otros años, las vocaciones han ido aumentando poco a poco, “no puedo decir que son muchos, pero por ejemplo, en el año 2012 de seminaristas mayores había 39, entonces ha aumentado, a veces hay años un poquito más altos, otros menos, pero ahí va avanzando el número”.
Consideró que no preocupa que haya poquitos, porque en realidad siempre va a haber población que crece mucho más y se hacen los esfuerzos para motivar a los jóvenes en la vocación, pero sobre todo se insiste en que en las familias se viva la fe, porque las vocaciones sacerdotales van a surgir de ordinario desde la propia familia.
Para ejercer el ministerio del sacerdocio, los jóvenes ingresan en el Seminario Menor una vez que el joven concluyó con su preparatoria, donde realizan un año de nivelación.
Posteriormente realizan tres años de lo que denominan la etapa discipular, y tras terminar esta etapa, si los muchachos lo desean y los superiores ven que tienen indicios de vocación sacerdotal, pasan al Seminario Mayor a la etapa del curso introductorio, que dura un año en el que se ponen de manera especial las bases espirituales para el seguimiento de la vocación.
“Al terminar la filosofía ellos tienen que dar su opción, tienen que informar si van a seguir o no van a seguir, entonces maduran su opción teniendo un contacto con la realidad de lo que es un sacerdote diocesano, lo que es la parroquia”.
Los aspirantes están en la parroquia por un año, y terminado ese tiempo regresan al Seminario a la última etapa, la de los estudios teológicos, que es la etapa configuradora de un sacerdote, “el objetivo es que el alumno vaya asimilando el pensar y el sentir de Cristo buen Pastor, porque es lo que va a vivir después, es lo que va a vivir por el sacramento enorme”.
El padre Mario Reyes dijo que no necesariamente terminados los estudios se ordenan sacerdotes, aunque por lo regular sí viene esa coronación de todo ese proceso para ordenarse en la vida sacerdotal.
“La vocación no es como un derecho que se excede, sino es un llamado de Dios, y ese llamado de Dios es a través de la Iglesia, entonces el equipo formador de sacerdotes del Seminario es el que va observando el proceso del muchacho, para decirle: ‘te falta trabajar este aspecto humano, este aspecto espiritual’, o también para decirle ‘mira, vemos que no es por aquí tu vocación’”.
Consultado en relación a los señalamientos que se hacen hacia a algunos sacerdotes, que se han visto involucrados en temas de abuso hacia los niños o bien que tienen ciertas orientaciones que no son parte de lo que profesa la propia Iglesia, el padre señala que son conscientes de esos errores y precisamente se hace hincapié en hacerle ver a los jóvenes esa situación, “tratando de que los muchachos sean honestos consigo mismos, con sus superiores, y entonces que ellos vayan avanzando de acuerdo a las normas que pide la Iglesia, en lo que está en nuestro alcance”.
Al preguntarle cómo ven a los jóvenes que actualmente aspiran al sacerdocio, el director del Seminario reconoce que están en un cambio de época, pues notan que a los chicos les cuesta más trabajo concentrarse, sobre todo por los medios que se usan ahora, como el celular.
“Es una de las cosas que tenemos que hacer hincapié, que ellos se vayan formando en la libertad en el correcto uso de los medios de comunicación”.
Consultado en cómo aprecia la Iglesia la posibilidad de que los sacerdotes puedan tener una vida secular, es decir, que pueden casarse, el director Reyes refiere que a los muchachos se les aborda el tema del celibato con mucha claridad, “se debe de tener al muchacho muy claro de lo que se trata, del compromiso de vivir el celibato, pero sobre todo como un don de Dios, como una responsabilidad propia, por un lado es un don de Dios pero por otro lado implica mucha exigencia”.
México, peligroso para el sacerdocio
Al interior del Seminario, los padres y los aspirantes a sacerdotes saben que hay mucho ruido y un ambiente adverso hacia la Iglesia, cosa que incluso en el país ha ido más allá contra el gremio de los curas, ya que el Centro Católico Multimedial señala que en México 18 sacerdotes han sido asesinados durante el presente sexenio, y lo más reciente, fue un atentado con bomba a la sede del episcopado, realizado por un supuesto comando feminista, lo que convierte a México como el país más peligroso para ejercer el sacerdocio, de acuerdo con este centro.
A este ambiente hostil que parece intentar minar la moral de la Iglesia, el padre Reyes considera:
“Los muchachos se enteran por los medios de comunicación por supuesto; la labor es esa, que los muchachos estén conscientes de su amor a Cristo y de su amor a la Iglesia, y entonces se esfuerzan por responder a ello, porque en definitiva, sólo con el testimonio es con lo que nosotros vamos a salir adelante”.
Los malos tiempos forjan buenos hombres, reza una frase, ante lo cual el padre afirma, “toda crisis nos ayuda a crecer, y entonces, como Iglesia en general tenemos que ir avanzando, es una oportunidad que ellos nos dan también para revisar la vida de cada uno y la vida de la Iglesia, entonces tenemos que estar atentos a ello”.
Reconoció que estos temas se dialogan al interior del Seminario, “para que ellos tengan en cuenta que el ambiente es adverso en ese sentido, y entonces, hacer énfasis en que tenemos que dar buen testimonio”.
Por ello, a los nuevos sacerdotes se les ayuda y prepara a tener una vida espiritual fuerte, a tener una unión con Dios que eso es lo básico, además de que tengan los estudios suficientes para dar razón precisamente de la fe, sobre todo acerca de estos puntos de moral.
El padre Reyes apunta que al año alrededor de unos 4 o 5 alumnos concluyen esta preparación de 10 años y se ordenan sacerdotes.
Una vez sacerdotes, inician la vida en las parroquias y van creciendo dentro de la Iglesia, hasta en una de esas, del seminario de Tulancingo podría salir algún Papa, se le bromea al padre Reyes, “sólo Dios sabe”, responde mientras sonríe.
La vida del sacerdote es muy larga, ya que es hasta los 75 años cuando un párroco debe presentar su renuncia al oficio que esté desempeñando, “no deja uno de ser sacerdote, ¿verdad?, si no que ya no va a tener esa responsabilidad, ahora no es automático que a veces le acepten la renuncia a tal o cual sacerdote, sino que puede pasar otro tiempecito ya después”.
En Hidalgo, existen tres seminarios para los jóvenes que sientan el llamado de Cristo, y son los seminarios de Tulancingo, Tula y Huejutla, a donde se siguen acercando los jóvenes, a pesar de estos tiempos que puedan tener situaciones adversas a la vocación, “porque el señor sigue suscitando vocaciones y lo va a seguir haciendo, y la responsabilidad de la Iglesia es cuidarlas”.
El padre Reyes considera que la fortaleza de la Iglesia es que está avanzando, por lo que lejos de lo que pareciera y a pesar de la inundación de mensajes en redes, los jóvenes tienen fe y se siguen acercando a la Iglesia.
“A la mejor no como quisiéramos, quisiéramos que hubiera más, porque hace mucha falta, pero ahí están”, esto porque la feligresía crece y con dificultades pueden atenderla, ya que siempre el número de fieles rebasa el número de sacerdotes, “sí se atiende, pero con ciertas dificultades”.
Exhortó a los fieles a que sigan orando por los sacerdotes y las vocaciones sacerdotales, “Dios eligió para sus ministros no a los ángeles sino a los humanos, a los sacerdotes, y entonces el sacerdote necesita el apoyo de los hermanos para en la oración tener un lugar”.
Así que a pesar de las tentaciones, señalamientos y hasta provocaciones, la vocación sacerdotal permanece en el país y continúa viva entre los jóvenes.
Orden Benedictina
Mientras tanto, en cuanto a las vocaciones para monjas, una de las madres que atienden el colegio José María Morelos y Pavón, perteneciente a la orden de las benedictinas, quien declinó dar su nombre, afirmó que la congregación está diseminada por todo el mundo, y consideró que en general las vocaciones están muy escasas aunque hay excepciones en las cuales sí tienen bastantes jóvenes que quieren profesar esta vocación.
En las otras no, porque la situación que han visto es que a las jóvenes que promueven les interesa más la situación de la economía general, ya que quieren mejor trabajar y ganar su dinero, “eso es lo que nos han dicho”.
Reconoce que por ello les ha costado trabajo mantener los colegios a su cargo, ya que las benedictinas trabajan en todo el mundo, “otras sí tendrán las vocaciones, nosotras sí tenemos pero muy escasas, muy poquitas, no como antes, por la propia situación económica que se vive en el país”.