En Hidalgo hemos sido sorprendidos por temperaturas de hasta menos cinco grados que nos llevan a preguntarnos: ¿estamos preparados para ellas?

Son temperaturas más bajas que las que llegan a alcanzarse en las zonas más frías del país, como Nueva Rosita, en Durango, o en general, en los estados del norte del país, pero con una gran diferencia entre ellos y nosotros… Ellos están preparados para enfrentar inviernos crudos, nosotros, no. Se dan entonces, año con año, las intoxicaciones entre quienes queman leña para caldearse un poco y poder dormir.

Crecí en poblados de Chihuahua viendo nevar, caer aguanieve o lo que es peor, sin nevar pero con una especie de capa de hielo en lugar de nubes. Mi mayor diversión: destruir estalactitas de hielo formadas en los techos de lámina acanalada, con el rifle de municiones que fue mi mejor regalo en la niñez.

De unos años a la fecha he recordado vivamente ese frío que lleva a entumirse, a que duelan los huesos, que parece filtrarse por cualquier rendija en puertas o ventanas.

Estamos sacando la ropa, los enseres para el invierno”, me comentó mi hermana, que vive en Chihuahua, hace unos días.

Y sí, es una pesada tarea la de abrir los grandes armarios, levantar los colchones de las “bases” –auténticos cajones con patas-, para sacar  los abrigos, las chamarras, sacar de bolsas de plástico las botas repelentes al agua y forradas por dentro, además de gorros, bufandas, guantes, ropa interior térmica y hasta “pasamontañas” para los más pequeños.

Salen a relucir también los pijamas y sábanas de franela, los cobertores, edredones y cobijas de lana virgen, tan usuales allá en esta temporada.

Se cambian las cortinas de gasa por las gruesas cortinas de terciopelo o bramante, y salen de la bodega las alfombras removibles.

Se limpia además la “tronera” de la chimenea o salen a relucir los “calentones” de gas o de carbón.  Además las familias se abastecen con más gas LP de lo habitual, o de suficiente leña, en las zonas serranas, pues llegado el caso, se enciende la estufa y se pone a hervir agua para caldear la vivienda.

En los pequeños poblados, lejanos de las ciudades, hay que revisar las alacenas para ver si se cuenta con abasto suficiente de azúcar, frijol, arroz, café, chocolate, harinas de maíz y trigo; carne seca, “orejones” –fruta deshidratada- o en almíbar, chiles secos o “pasados” –deshidratados al sol-, entre muchos alimentos más, indispensables cuando nieva y las viviendas quedan bloqueadas por días, por semanas.

Trabajan las familias en recubrir las tuberías de agua e instalaciones de gas con cartón, revisar la instalación eléctrica y buscar para tapar cualquier rendija.

Es la invernal una pesada tarea solo comparable con la de primavera, cuando hay que lavar lo que parecen cerros de ropa de cama gruesa, secar y embolsar, para luego guardar hasta el próximo invierno.

También el lavado de las alfombras, su secado y enrollado, para guardarlas también. Lo mismo para las prendas de vestir de invierno, para las pesadas cortinas.

Veo entonces mi entorno y tengo que aceptar que el invierno en Hidalgo se vuelve más crudo cada vez y no puedo seguir utilizando las mismas cortinas todo el año, que hay que comprar más cobertores, que las botas además de estéticas deben dar calor y que las delgadas prendas de vestir deben ser sustituidas por unas más gruesas.

Pero también veo fotos de comunidades rurales en Tlanchinol, en Tenango de Doria, en zonas frías y apartadas en el estado, y veo la necesidad de la solidaridad social que les permita tener acceso a mejores viviendas, alimentación suficiente y prendas de abrigo.

Mejor invertir en esto que en servicios hospitalarios o féretros.

✉️ dolores.michel@gmai.com