En un entorno tan cambiante y lleno de incertidumbre, la innovación se ha convertido en una religión para las organizaciones hoy en día, teniendo como mantra el «innovar o morir». A pesar de las múltiples definiciones y conceptos que existen sobre la innovación, entendemos que ésta no necesariamente se refiere a crear un producto, servicio o proceso 100% nuevo, sino a desarrollar mejoras significativas que generen un impacto que pueda ser medible y además que de solución a una problemática latente.

No existe una receta o fórmula mágica para innovar, podemos observar que cada empresa desarrolla su proceso de innovación con base en la naturaleza del negocio y los problemas que deseen resolver. Sin embargo, lo que sí podemos afirmar, es el hecho de que las empresas están migrando a una cultura de colaboración en donde los equipos multidisciplinarios están orientados a la generación de nuevas ideas que sean capaces de materializarse en innovaciones.

Podemos analizar infinidad de modelos de negocio como el de Bancomer, Bimbo, Spotify, Microsoft; etc., y al final podremos concluir que la innovación nunca es un evento individual, de hecho, surge cuando las personas, las ideas y los eventos correctos se combinan para crear algo verdaderamente nuevo y útil.  Como alumno de la Licenciatura en Administración y Estrategia de Negocios, me entusiasma el saber que en mí recae la responsabilidad de generar esa cultura de innovación en el entorno en el que me desarrolle, con la finalidad de crear algo o bien mejorar lo existente para poder dar respuesta a las necesidades y demandas del mercado.

En la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey estamos conscientes de los retos que enfrentan las organizaciones y es por ello que la nueva Licenciatura en Estrategia y Transformación de Negocios busca formar esos líderes visionarios que sean capaces de crear o reinventar los modelos de negocio del futuro, asegurando que las innovaciones sucedan y actúen como un catalizador de generación de valor para los stakeholders.