La buena alimentación en este país sí es posible, pues existe la riqueza alimenticia para hacerlo, sin embargo, los índices de inseguridad alimentaría de la población resulta alarmante al ser más de 7 millones de personas las que se contabilizan en pobreza extrema, de acuerdo al Programa Nacional de México Sin Hambre 2014-2018.
Cada 16 de octubre desde 1979 se celebra el Día Mundial de la Alimentación, proclamado por la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con el fin de concientizar al mundo sobre el problema alimentario mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.
En este día, que coincide con la fecha de la fundación de la FAO en 1945, se refrenda el compromiso con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2 – Alcanzar la meta del Hambre Cero en 2030. México es uno de los 150 países que celebra y aunque año con año se presentan los avances realizados hacia la consecución del #HambreCero, la mala información sobre una sana alimentación y la falta de solidez económica sigue siendo un problema.
De acuerdo con la doctora Julieta Vélez, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Anáhuac y experta en temas de trastornos de la conducta alimentaria, alimentación es darle al cuerpo los requerimientos nutricios que necesita para tener un buen desarrollo y desempeño en un día y a lo largo de la vida.
Sin embargo la correcta información de cómo hacerlo se ha desvirtuado, por un lado por la mercadotecnia y por otro por los consejos que día a día se escuchan en el gimnasio o en el desayuno de señoras, donde se satanizan ciertos alimentos, como los ricos en carbohidratos, sin tener en cuenta que es lo que más necesita el cerebro para funcionar, indicó la especialista.
En México es sencillo y no debería resultar tan caro balancear o equilibrar un plato del buen comer con productos de la canasta básica que son cereales, productos de origen animal o leguminosas, frutas y verduras, entre otros.
“Tenemos tortillas, que cumpliría la parte de cereales, proteínas que son productos de origen animal, carne de pescado o pollo, que tiene sus equivalentes en las leguminosas. Frutas y verduras que aportan la parte de vitaminas que el cuerpo necesita”, lo que desencadenaría en cada persona llegar a una adultez mayor en óptimas condiciones.
Pero de acuerdo a un estudio realizado por el Centro de Inteligencia e Investigación Económica (CIIE) de la Universidad Popular Autónoma del Estados de Puebla (Upaep), en Puebla el grueso de la población no tiene acceso a esta canasta básica al ser la quinceava más cara del país para vivir y paradójicamente, uno de los estados con mayor número de pobres a nivel nacional.
Ello, a pesar de que de 2012 a 2014 en Puebla se redujo la pobreza extrema en uno por ciento y que la población en situación de pobreza moderada creció 13.50 por ciento en el mismo periodo, de acuerdo a Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
El CIIE de la Upaep en su estudió arrojó, indicó doctor Alfonso Mendoza Velázquez, director, que aquí la canasta básica cuesta mil 392.61 pesos por individuo y que para un solo individuo que hasta diciembre de 2016 percibía un sueldo de 2 mil 191 pesos, resulta imposible mantener a una familia con cuatro miembros, aun cuando trabajasen dos miembros es esta misma familia.
Más tarde el Coneval contrastó que en Puebla se observa que del segundo trimestre de 2016 al segundo trimestre del 2017 hubo una reducción de 3.7 por ciento, es decir, que los ingresos laborales de las personas son mayores al valor de la canasta alimentaria.
Si bien el cuidador primario o tutor legal es el responsable de proporcionar una buena alimentación, organismos gubernamentales, sector privado y sociedad civil deben seguir trabajando para que el alimento llegue y sea accesible para todas las familias, pues, cuando se tiene el alimento al alcance, es consumido con una adecuada información, se puede alcanzar esa meta de Hambre Cero.
El derecho a la alimentación es un derecho humano básico, en este sentido, entre los objetivos del Día Mundial de la Alimentación está estimular una mayor atención a la producción agrícola en todos los países y un mayor esfuerzo nacional, bilateral, multilateral y no gubernamental a ese fin; estimular la cooperación económica y técnica entre países en desarrollo.
También promover la participación de las poblaciones rurales, especialmente de las mujeres y de los grupos menos privilegiados, en las decisiones y actividades que afectan a sus condiciones de vida; aumentar la conciencia pública de la naturaleza del problema del hambre en el mundo.
Fomentar todavía más el sentido de solidaridad nacional e internacional en la lucha contra el hambre, la malnutrición y la pobreza y señalar a la atención los éxitos conseguidos en materia de desarrollo alimentario y agrícola.
Entonces, alcanzar el objetivo Hambre Cero es posible. La FAO arroja que de los 129 países que monitorea, 72 ya han logrado el objetivo de reducir a la mitad la proporción de personas que sufren hambre en 2015, que en los últimos 20 años la probabilidad de que un niño muera antes de los cinco años se ha reducido casi a la mitad, con unos 17 mil niños salvados cada día y que las tasas de pobreza extrema se han reducido a la mitad desde 1990.
Dentro del mismo objetivo, en México existe el Programa Nacional México Sin Hambre 2014-2018 a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), una Estrategia de Inclusión y Bienestar Social que busca garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición de los 7.01 millones de mexicanos que hoy viven en condición de pobreza extrema, así como contribuir al ejercicio pleno de su derecho a la alimentación.
Los objetivos específicos aquí son Hambre Cero a partir de una alimentación y nutrición adecuada de las personas en pobreza multidimensional extrema y carencia de acceso a la alimentación. En Puebla esto es posible a través de las Unidades Móviles Alimentarias (UMA) de la Sedesol, que proporcionan alimentos nutritivos, variados y suficientes a población en situación de inseguridad alimentaria, a través de remolques equipados con cocina y área de comedor para la atención diaria de hasta 120 beneficiarios.
Los beneficiarios pueden ser niños de cero a 11 años, estudiantes adolescentes de 12 a 19 años, adultos mayores de 65 años, personas con discapacidad, mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, así como aquellas en situación de vulnerabilidad, es decir, quienes que no cuentan con un empleo o ingreso suficiente, que sean migrantes y se encuentren en situación de calle.
La FAO estima que invertir en sistemas alimentarios sostenibles y desarrollo rural significa emprender algunos de los principales desafíos globales de alimentar a la creciente población mundial a proteger el clima mundial, y abordar algunas de las causas fundamentales de la migración y el desplazamiento.
Como cada año este lunes 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación. El tema central en esta ocasión es “Cambiar el futuro de la migración. Invertir en seguridad alimentaria u desarrollo rural”, al asegurarse que el desarrollo rural puede abordar factores que obligan a la gente a trasladarse creando oportunidades de negocio y puestos de trabajo para los jóvenes que no sólo están basados en los cultivos.
El desarrollo rural puede también puede conducir a una mayor seguridad alimentaria, medios de vida más resilientes, un mejor acceso a la protección social, una reducción de los conflictos sobre los recursos naturales y soluciones a la degradación del medio ambiente y al cambio climático.
En este tenor será la ceremonia del Día Mundial de la Alimentación en la FAO, cuyas oficinas centrales están en Roma, con la presencia del Papa Francisco, los Ministros de Agricultura que asisten a las reuniones del Grupo de los Siete (G7) y el Director General de la FAO, José Graziano Da Silva.




























