La tradición en Huaquechula no claudicó ante los estragos del sismo del pasado 19 de septiembre, pues aún entre las fachadas rotas y con un postal de fondo de la iglesia del Convento San Martín Caballero sin cúpulas, este año se instalaron 39 altares monumentales dedicados a las personas que fallecieron antes del Día de Muertos.

Durante un recorrido encabezado por Roberto Trauwitz Echeguren, titular de la Secretaría de Cultura y Turismo, acompañando a Edwin Mora Caballero, presidente municipal de Huaquechula, el primero informó que durante 2016 llegaron al lugar 80 mil visitantes, cifra que se estima superar en esta temporada.

Referente a postular a Huaquechula para denominación de Pueblo Mágico, dijo que “es hermosísimo sin duda, tiene muchas cosas que podrían catalogarlo como Pueblo Mágico, sin embargo está cerrada la convocatoria. Una vez que se abra ya se verá qué pasa. No afectarían –los estragos del sismo-, tiene sus raíces, si hay un problema importante con el ex convento, pero se están tomando medidas por instrucción del señor gobernador”.

El gobierno del estado, insistió el secretario, seguirá promoviendo los diferentes destinos para que sigan llegando turistas. Por su parte el presidente de Huaquechula, Edwin Mora Caballero, destacó que “hoy se trata de la tradición, Huaquechula está despostillado, pero la tradición nunca muere”, entre la tristeza de haber perdido a un ser querido en el trascurso del año y alegría de ofrecer un banquete en Día de Muertos.

 

Imelda Medina/Síntesis

 

Los altares de Huaquechula tienen una influencia prehispánica que se adapta en la época colonial durante la evangelización, con elementos que marcan la iconografía y que los habitantes plasman en sus ofrendas. Al paso de los años, se fue adaptando el término del culto a los muertos, que empieza desde que la persona fallece.

Por ejemplo, en la época prehispánica cuando alguien moría, sacrificaban a su perro porque sabían que iban a pasar el inframundo y el animal es quien iba a ayudarlos a pasar el trayecto. También se le colocaba una vara de espinas para que en el caso de que el perro lo abandonara, tuviera con que defenderse.

Hoy en Huaquechula, explicó Silverio Sarmiento, director de turismo del municipio, cuando una persona muere inmediatamente le colocan una rosa con vara espinada y calzado de hilo de maguey para aligerar el camino hacia el más allá. Y al momento de sepultarla, se colocan jarritos con agua porque hay que saciar la sed de ese gran camino que ellos van a emprender.

Llegado el Día de Muertos, el culto continúa con la ofrenda. En el caso de Huaquechula y por lo que se ha distinguido en México y a nivel internacional, atrayendo turistas nacionales y extranjeros, se hacen estos altares monumentales de tres niveles que pueden alcanzar hasta los tres metros de altura.

El primer nivel representa el plano terrenal, donde va todo un banquete conformado por los alimentos y bebidas que en vida le gustaban a la persona, más lo que la familia quiera ofrecer a su ser querido, quien se cree, viene en espíritu a consumir la esencia de los mismos.

En este primer nivel no puede faltar la foto del difunto reflejada en un espejo, con unas pequeñas figuras que se conocen como llorones, que representan a la familia llorando cuando sufre la perdida material.

El pan de muerto o hojaldras son otro elemento infaltable, representa la osamenta del difunto y hay de dos tipos, con ajonjolí, representando larvas sobre el cuerpo en descomposición y con azúcar haciendo el papel de polvo, recordando ese pasaje bíblico que reza “polvo eres y en polvo te convertirás”.

En el segundo nivel siempre se va a colocar algún Santo o la Virgen de Guadalupe, la imagen a la que más fe le tenía el finado o en la que más cree la familia, pues se cree que ellos son los intercesores ante Dios, según la religión Católica. Y el tercer nivel representa haber llegado a un plano divino.

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