Pasan los días y en términos de salud, economía y violencia, un hecho supera el anterior, y así se nos van pasando los días y estamos por cerrar el sexto mes del año. Como es su costumbre, el presidente no deja pasar un solo día sin estar presente en los medios. ¿Cómo dejar pasar tan graciosa oportunidad?
Considerando que la presión está al máximo después del atentado al secretario de seguridad pública de la ciudad de México el viernes pasado, por cierto, en un hecho sin precedente, esto encendió los focos rojos en la seguridad que deben observar tanto la jefa de gobierno, como el presidente de la República. Los hechos no son menores, esperábamos un mensaje a la nación que fuera contundente, certero, fuerte, con rumbo, esperábamos un poco de paz al conocer las acciones de seguridad que han implementado y saber que están haciendo su trabajo, que hay estrategia al respecto. Pero no.
El mensaje llegó poco más de 24 horas después del grave incidente. Sábado 27 de Junio desde Palacio Nacional es que López Obrador les habló a los mexicanos. Más allá de filias y fobias, considero que no hay un solo mexicano que profundamente no tenga el deseo de que le vaya bien al presidente, pero al verlo divagar, improvisando, mintiendo, sin fluidez y mucho menos claridad, hablando sin sentido, con nula estrategia, (que esperábamos) con un lenguaje corporal que no miente, hay cansancio, hay hastío; si su lenguaje verbal fue terrible, el lenguaje corporal fue peor, sentí que estamos muy solos y a la deriva.
Escucharlo repetir un discurso trillado en un momento en el que el país urge de un estadista, que tenga altura de miras frente a las crisis que vivimos, me confirma que sus prioridades están en otro lado, no aquí y ahora, mucho menos después de ver su video dominical, donde nuevamente se contradice; solo por mencionar un detalle: “Apoyar a las empresas no está mal, lo que pasa es que hay muchos abusos cuando se aplica estrategia.” Por si había duda, en la 4T no tienen la menor idea de lo que es gobernar, ni saben cómo evitar abusos, incluidos los de su misma gente, llámese Bartlett, Sandoval o Ackerman. Creo que les conviene esa nube de ignorancia generalizada porque es ahí por donde se cuelan sus ganancias. Qué indignante, que rabia, que desesperanza.
Será hasta que los ciudadanos decidamos lo contrario, necesitamos entenderlo y actuar en consecuencia. Ya falta menos.
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