La falta de empleo e ingresos para las familias ha acentuado la pobreza en algunos municipios con mayor rezago social como en el caso de La Magdalena Tlatlauquitepec, el cual es uno de los más pequeños que comprende Puebla.
En entrevista con personas dedicadas a trabajar en el campo poblano y cuyos hijos asisten a escuelas de nivel básico y medio superior externaron su preocupación por que no cuentan con ingresos económicos para pagar las inscripciones en los colegios, cuyo monto por padre de familia es de 300 pesos.
Don Francisco de oficio campesino dedicado a la siembra de maíz en sus predios de cultivo refirió en entrevista para Síntesis que está preocupado porque no han podido comercializar la producción por la falta de compradores.
Aunado a la falta de lluvias en la región que ha provocado pérdidas económicas para ellos y para sus familias, quitándoles la posibilidad de ahorrar para cumplir con el pago de inscripción en escuelas públicas, en donde estudian sus hijos.
Con pies curtidos por el trabajo pesado que realiza a diario en el campo, desde las 5 de la mañana a las 8 de la noche, Don Francisco mencionó desde que tenía 8 años de edad ayudaba a sus padres en el campo y ahora les ha enseñado este oficio a sus hijos, nietos y sobrinos, quienes le ayudan a sembrar maíz.
“No entiendo que es esa enfermedad que se maneja que se pega a las personas, nosotros no usamos nada para ponernos en la boca porque en esta región hay aire puro”, precisó.
A cinco meses de haberse registrado la pandemia en Puebla a consecuencia del covid-19, los municipios con mayor rezago social como La Magdalena Tlatlauquitepec cuenta con una población de mil 500 personas y comentan que nunca habían vivido una situación tan complicada como quedarse sin dinero.
“No hay trabajo señorita, no hay quien nos compre nuestros elotes, estamos esperando que alguien venga a ayudarnos para tener más dinero para mantener a nuestra familia”.
Don Francisco, de 67 años de edad, mencionó que no pudieron inscribir en los tiempos que marca la SEP a sus hijos y nietos porque no tienen dinero, por lo que tendrán que esperar unos meses más para juntar el recurso y pagar en los centros educativos por concepto de inscripción.
“Carecemos de agua para el riego de cultivos y por si fuera poco tenemos que caminar hasta 60 minutos para llegar a las escuelas de Las Palmas que tiene preescolar, primaria y una telesecundaria.
“El año pasado pagamos 300 pesos por inscripción, pero ahora no tenemos la posibilidad de juntar este dinero porque no tenemos empleo, los pocos familiares que teníamos en Estados Unidos que nos envían recursos ya se regresaron a la comunidad por miedo a morirse de la enfermedad que dicen que hay”, subrayó.
Don Pedro, de 50 años de edad, se truena sus dedos y afirmó que no sabe cómo pagará la inscripción de sus hijas, por lo que ya no podrá enviarlas a estudiar porque no tiene forma de conseguir un préstamo.
“Nuestros cultivos se están echando a perder, porque no hay quienes nos los compren, lo que necesitamos es que nos ayuden a vender nuestros productos de la siembra”, destacó.
“Yo cuido a mis cinco hermanitos porque mi mamá trabaja desde temprano en el campo y luego los tengo que dejar con una prima para irme al bachillerato a estudiar, porque anhelo ser médico”, precisó Dorotea estudiante del bachillerato.
Doña Esperanza, tienen 6 hijos es madre soltera y trabaja desde las 4 de la mañana en el campo en la plantación del maguey para obtener mezcal.
“Yo gano 200 pesos diario por la jornada de trabajo desde las 4 de la mañana hasta las 8 de la noche, mis hijos me los cuida mis dos hijas mayores, porque tengo que llevar ingresos a mi casa para que mis hijos estudien y coman”, destacó.
Una de las principales preocupaciones que tiene doña Esperanza es que en estos momentos no tienen recursos porque no les han pagado su semana de jornada laboral en los cultivos en donde trabajaba porque no hay venta del mezcal que se produce, situación por la cual tendrá que esperar a que le paguen.
Por lo que pedirá a las maestras de las escuelas donde asisten sus hijos que le apoyen y le permitan ampliar el plazo para el pago de la inscripción para que sus hijos no se queden sin estudiar.
“No recibo apoyo de ningún programa federal, sólo tengo dinero de lo que trabajo, por lo que estoy vendiendo chicharrines y elotes con mis vecinos para tener recursos, aunque sea para comer”, subrayó.
Anhelo profesional pese a la distancia
Pedro es un estudiante que para llegar a la universidad ubicada en San Nicolás de los Ranchos tiene que irse montado a caballo porque el tiempo de traslado es de una hora y media.
En entrevista para Síntesis, el estudiante mencionó que no le importa cuánto tiempo tenga que viajar para llegar a su escuela, debido a que quiere ser profesionista y anhela poder ayudar a sus padres y comprarles una casa grande con un amplio terreno para sembrar.
El caballo en el que se traslada el joven hasta San Nicolás de los Ranchos está descuidado, pero el muchacho luce un rostro contento por estarse preparando en lo académico para terminar una carrera.
“Ahorita estamos de vacaciones, no vamos a la escuela y por la pandemia no pudo tomar clases por la falta de un celular para hacer tareas, pero acudía yo a las casas cercanas de mis amigos y compañeros para pedir la tarea y enviárselas mediante los celulares de mis compañeros”, precisó el joven.
Como Pedro hubo otros casos de estudiantes de nivel básico, los cuales no pudieron enviar sus trabajos o tareas a sus profesores a tiempo, debido a que carecen de un dispositivo mediante el cual trabajar; sin embargo, hubo quienes debido al interés que tuvieron sus padres por cumplir y entregar tareas y las libretas las dejaron en la papelería ubicada en el zócalo y avisaron a sus maestras y maestros, para que pasarán por sus libros y libretas para calificarles.