Lunes, jueves o domingo, da igual. Suena el despertador y el cansancio sigue. Aunque no sabe si éste es causado por el hastío de tener el mismo trabajo por 8 años, 7 meses y 16 días (ese que le ha dado lo que llama «cierta estabilidad económica» y una posición de tranquilidad que a veces confunde con mediocridad). Y repite en su mente la frase que le persigue sin llegar a causarle daño emocional o psicológico aún: «debo regresar a la radio, para eso estoy hecho». Pensamiento gravado en su mente desde que dejo el medio por que el salario no le permitía obtener ganancias suficientes para mantener a su familia, teniendo que decidir cambiar de empleo y dejar de lado su pasión, a pesar de haber estudiado para ello y haberse desempeñado por más de 20 años en la radio.
En la vida profesional de un comunicador hay algo seguro (además de la muerte o de pagar impuestos) y es que cuando se decide seguir en esta carrera con entrega total y por mucho que se tenga la buena intención de ser feliz, nuestras decisiones afectarán siempre a quienes nos rodean y a nosotros mismos, pues el sacrificio siempre será de alto costo para alcanzar metas de éxito, fama o cualquier otro triunfo. La radio, la televisión y en general todos los medios de comunicación comparten la competencia de mujeres y hombres que tienen en común la firme convicción de ser los mejores, ganar mucho dinero, ser reconocidos, además de encontrar la estabilidad laboral, financiera y familiar.
Así que la decisión es regresar a buscar la oportunidad para nuevamente desarrollarse en lo que siempre le apasionó, pero que abandonó cuando hasta en su núcleo familiar no le aceptaron ausentarse por mucho de casa, pues la dedicación de tiempo era en ocasiones superior a un turno como taxista que hasta hoy ha cubierto de lunes a domingo por 6 u 8 horas diarias. Así pues, mantiene una estabilidad con quienes le rodean, mientras oculta sus deseos de regresar e intenta llenar sus vacíos con la rutina cotidiana.
Entonces ya está determinado y es tiempo de reactivar los contactos que permitan encontrar la ocasión para llegar de nuevo a la radio. Piensa entre nervios, miedo y emoción. Sabe que hay que elegir entre vivir una pasión profesional o mantenerse oculto entre la vacuidad de su rutina y la penumbra de la cotidianidad; dejar de pensar en volver a entregarse con devoción y vocación a su sueño radiofónico. Para nada, “esa no es opción”, se dice a sí mismo.
¿De qué depende la satisfacción profesional en la radio? Para muchos locutores, productores, operadores, conductores y en general para mujeres y hombres que desempeñan un trabajo en el medio de comunicación con mayor penetración social, el bienestar laboral está directamente relacionado a sus ingresos económicos, el reconocimiento de la empresa, el respeto de sus jefes y en hacer lo que les gusta, sin embargo consideran más importante que estos factores, el poder aplicar todas sus capacidades en hacer realidad la “magia de la radio”, eso no tiene valor monetario alguno, pero sí la valía de alcanzar una satisfacción personal, tal y como lo dijo George Bernard Shaw, escritor irlandés ganador del Premio Nobel de literatura en 1925 y del Óscar en 1938: “Dichoso es aquél que mantiene una profesión que coincide con su afición”.
Por ello, el personaje que da estructura reflexiva a esta columna, ha decidido que va a tomar un nuevo riesgo en su vida, emprenderá nuevos caminos de la mano de su vocación radiofónica y dejará ese trabajo que le ha dado estabilidad económica, y le arrebató algunos años vacíos de pasión profesional. La radio le espera y lo sabe, todo es cuestión de tiempo para que regrese y demuestre que aún tiene mucho que ofrecer al medio, pues se trata de su tiempo, de su vida, de su felicidad.
Aquí aplica recordar la frase del premio Nobel de la Paz en 1993, Nelson Mandela: “debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien”.
Nos escuchamos la próxima, en tanto tenga usted, ¡muy buen día!
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