*Por: Dra. María Eugenia Ibarrarán Viniegra
Este título lleva la portada de la revista Time del 24 de abril de 2021 y el artículo de Justin Worland. Sobre los artículos contenidos en la revista y su aplicación a México versa este artículo.
La tesis central del artículo de Worland es que, así como la pandemia reconfiguró la economía a nivel mundial, ahora será el clima quien le dará forma. Bajo el gobierno de Biden esto está sucediendo a pasos agigantados. Distintas secretarías de estado, como la de Vivienda y Desarrollo Urbano junto con la de Defensa y la del Tesoro, planean acciones conjuntas cuyo eje es el cambio climático, de tal manera que las políticas tomen en consideración los impactos del cambio climático y por tanto su impacto en los desarrollos inmobiliarios para los grupos marginados, pero también los riesgos que implica para los mercados financieros, por ejemplo. Estas consideraciones climáticas deben reflejarse en todo lo que haga la Administración. La clave está en mapear las intersecciones entre los distintos ámbitos de la política pública y la justicia racial y la salud pública, de tal manera que las políticas que se diseñen logren atender múltiples objetivos. Las acciones para la recuperación de la pandemia estarán centradas en el clima. Esto en Estados Unidos.
La Unión Europea puso al cambio climático como marco conceptual para la Cumbre Climática de 2015 que se concretó en el Acuerdo de París. El objetivo es reducir significativamente las emisiones, incorporando acciones climáticas en todas las facetas del gobierno. Dada la pandemia, la Unión Europea acuñó el término de la “Nueva Economía del Siglo 21”, que al igual que el Nuevo Pacto Verde (Green New Deal) de Biden, plantea la recuperación de la pandemia mediante la inversión y políticas que tienen consideraciones climáticas, de cero emisiones.
¿Y México? En la reunión convocada por Biden para apresurar el paso hacia una economía más verde y que frene los estragos del cambio climático, la respuesta de López Obrador fue que México seguirá extrayendo petróleo y refinándolo, pero no lo exportará. Seguirá generando electricidad a partir de combustibles fósiles como combustóleo y carbón. La gran propuesta es impulsar el proyecto Sembrando Vida, que según datos de WRI ha llevado a la deforestación de 73,000 hectáreas. AMLO propone que Biden apoye ese programa en Centro América a cambio de visas a los migrantes centroamericanos. Además de los cuestionables resultados que ha tenido el programa en México, no tiene sentido dar visas a migrantes que debieran quedarse en sus tierras para cultivarlas a lo largo de los años como requiere Sembrando Vida.
El cambio climático lo es todo, y va a seguir afectando nuestras vidas en muchos ámbitos. Las inundaciones de Tabasco y Veracruz van a intensificarse, y se perderán litorales afectando ciudades en el Golfo de México y en la Península de Yucatán, según estudios del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM. Muchas actividades de la región se verán afectadas, como la agricultura, la pesca, el turismo y las actividades de perforación para la extracción de petróleo, así como las refinerías en Coatzacoalcos y Minatitlán, y en Dos Bocas que ya sufre inundaciones periódicas que posiblemente se volverán permanentes en pocos años. Hoy la sequía afecta al 82% del territorio nacional según la CONAGUA. La sequía, las inundaciones y el aumento en el nivel del mar están afectando la capacidad productiva del país. Esto generará migrantes climáticos, como pasa en el resto del mundo, donde se desplazan 24 millones de personas por desastres ecológicos. México no tiene por qué ser la excepción, y a los desplazados mexicanos se sumarán los desplazados ambientales centroamericanos, además de los que vienen huyendo de la inseguridad y el conflicto.
¿Qué debemos hacer? Primero que nada, dar un golpe de timón. El gobierno federal y los estatales deben hacer del cambio climático el eje medular de sus acciones de gobierno. Esto implica, al menos, identificar cómo contribuyen las acciones a la generación de gases de efecto invernadero y cómo, mediante ajustes, pueden reducir esas emisiones. Simultáneamente, se debe analizar el impacto que el propio cambio climático puede tener sobre los distintos proyectos e inversiones actuales y a futuro. Es decir, cómo se va a ver afectada la Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, los desarrollos inmobiliarios, la infraestructura carretera, portuaria y ferroviaria por los efectos del cambio climático, ajustar los planes hacer las inversiones necesarias para reducir los impactos. También debe intensificarse la vigilancia epidemiológica asociada a la propagación de las enfermedades de vector y a los extremos de temperaturas, así como las enfermedades asociadas a los eventos meteorológicos extremos como las inundaciones.
Si México sigue con acciones y programas de gobierno e inversiones ciegos al cambio climático, tanto en sus contribuciones como a sus efectos, no habrá dinero que alcance para poder sobrevivirlo.
La autora es Directora del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente Xabier Gorostiaga, SJ., de la Universidad Iberoamericana Puebla.
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