En la realidad y de fondo también las y los profesionales de la voz, somos culpables de que a lo largo de la vida laboral abusen de nuestra voluntad y vocación, pues primero, cuando iniciamos en cualquier medio de comunicación, permitimos que se haga uso de nuestra voz o que (como se dice comúnmente) “se nos explote”, pues solo así adquirimos experiencia, aprendizaje y comenzamos a conocer a personas que en el futuro nos pueden ayudar a seguir creciendo, pero que de inicio y muchos años atrás, también fueron abusados de sus talentos. La verdad que también hay quienes se han sentado en la silla del conformismo y no han querido salir de su zona de confort, aceptando lo que las empresas o el sindicato le ofrecen a cambio de sus competencias creativas y laborales.
¿Qué es el talento? Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), se considera ésta como aptitud, es decir, la posibilidad para desempeñar o ejercer una actividad; el adjetivo está vinculado a la inteligencia y a la capacidad para ejercer una cierta ocupación o para desempeñar una determinada diligencia. El talento suele estar asociado a la habilidad innata y a la creación, condiciones humanas que sobran en las estaciones de radio y televisoras.
Trabajar en la radio o la televisión nos involucra en lo que me permito llamar “círculo vicioso”, uno que todos conocen, pero de donde muy pocos han querido salir, pues para las condiciones laborales del país y sabiendo que la radio y la televisión son medios de mucha competencia, “es preferible mantener perfil bajo y cuidar la chamba”. Triste realidad, pues al saber esto los concesionarios, prefieren negociar con el sindicato (que como lo platicamos la entrega anterior en esta columna), solo cuidan los intereses de su organización, las relaciones políticas y dejan al olvido los verdaderos beneficios de quienes (no por gusto), están obligados a aceptar lo que convengan sus líderes, faltos de responsabilidad y dedicación, pero llenos de compromisos para con los dueños de medios de comunicación, quienes históricamente han visto el talento humano, como una herramienta o instrumento más para seguir creciendo en el mundo de los negocios.
No todos los profesionales de la voz aceptan estas realidades y expresan su inconformidad, obteniendo por consecuencia su liquidación (si bien les va), despido y estigma por “conflictivo”, etiqueta que colocan las propias organizaciones de representación laboral y que imposibilita por mucho tiempo para volver a colocarse en los medios. Aquí “el poder mata talento”.
Por eso hay quienes han decidido dar un paso más y buscar mejores oportunidades laborales en empresas donde se les reconozca su talento, se les respeten sus prestaciones y se les trate como piezas clave para el crecimiento de la propia organización laboral. Lo malo es que esas empresas están fuera de nuestro país, en Estados Unidos por ejemplo, donde cientos, por no decir miles de locutoras, locutores, programadores y productores han encontrado un nicho de crecimiento pleno y estabilidad tanto profesional, como económica, siendo una lástima que en México no se les haya valorado. En verdad, una pena.
Del otro lado están quienes decidieron dar la pelea y ser más soñadores, esperando que las condiciones de trabajo y el reconocimiento de las empresas, sindicatos, leyes y del Estado Mexicano incluso, llegue por fin un día. Se mantienen activos por muchos años y ven pasar el correr del tiempo con la misma esperanza del “Coronel”, ese que “no tiene quien le escriba” y que tan maravillosamente describe las falsas esperanzas que un hombre tiene para que la vida misma le haga justicia, todo bajo la narrativa de Gabriel García Márquez en una de sus majestuosas obras literarias.
Retomando el tema, están finalmente aquellos que decidieron emprender por sí mismos y aprovecharon en su momento las plataformas de streaming para crear su propio medio radiofónico o televisivo, haciendo frente a los grandes monopolios de la comunicación nacional, a los monstruos empresariales con grandes recursos económicos o a la competencia desleal de otros “compañeros” del medio que nunca se atrevieron a luchar por su cuenta, pero que sí son eficientes y hasta eficaces para tirar grilla, dar empujones, llenar sus mochilas de envidias y no dejar que el luchador avance.
Si eres profesional de la voz, la radio o la televisión, ¿en cuál de los supuestos arriba mencionados te ubicas? Hay uno más que me ha faltado mencionar aquí y es el “jefe desagradecido”, que abusa de sus trabajadores, les da falsas expectativas, promesas y al final no tiene siquiera la delicadeza de cortar cabezas con un bisturí, sino que lo hace con el más burdo, sucio y pesado cuchillo cebollero que siempre ha ocultado bajo un manto pintado de falsa moral y buena voluntad.
Nos escuchamos la próxima, en tanto tenga usted, ¡muy buen día!
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