Decirle Presidente Kabala, a la funcionaria norteamericana, no sólo representa una falta de respeto, sino un insulto diplomático que sin embargo, a los mexicanos nos parece un chiste, al igual que al señor López Obrador.

Mi primer acercamiento con España, fueron los nombres de las calles de la Colonia Álamos, en la Ciudad de México, donde pasé parte de mi infancia; ahí aprendí que Cádiz, Toledo, Logroño, Soria, Alicante, Navarra, Castilla, Coruña, Cuenca, Segovia, Asturias, Andalucía y Aragón, eran ciudades, provincias o regiones españolas. Lo supe porque sentí la curiosidad de saber por qué las calles llevaban esos nombres.

La cultura general es un privilegio que cultivan, en su mayoría, las personas curiosas.
Junto se encontraba la Colonia Postal y de igual forma, como recorría sus calles, comprendía que éstas llevaban nombres relacionados a los envíos del correo: Estafeta, Giros postales, Certificados, Mensajeros, Unión postal, Carteros, Transportes, Reembolsos, Seguros postales, Apartados postales, Buzones y Timbres postales. Esa colonia me enseñó las partes fundamentales de la correspondencia.

Era una manía leer, ya fuera pedazos de periódico tirados en el suelo, revistas y todo lo que encontrara en el baño; nomenclaturas en las calles, códigos postales o letreros en los camiones.

Al otro extremo estaba la Colonia Obrera, con calles como Manuel M. Flores, escritor y poeta, por cierto, poblano; José T. Cuéllar, escritor, periodista y político y así, una lista larga de nombres, todos ellos hombres de letras (novelistas, poetas, historiadores o periodistas): Juan de Dios Peza, Efrén Rebolledo, José María Roa Bárcenas, Francisco Olaguibel, Fernando Ramírez, Juan A. Mateos.

A los once años, cuando trabajaba en el taller de motos del tío Pedro, me dio por aprenderme los nombres, modelos, características y cilindradas de las motocicletas: Indian, Bultaco, Triumph Bonneville (que, en ese entonces, en los 70, fue la motocicleta que rompió un récord al alcanzar los 240 kilómetros por hora), BSA, Yamaha, Honda, Carabela, Islo, Harley, BMW, Kawasaki, Suzuki, Royal Enfield.

Buscaba el sentido a los nombres de las estaciones del metro; en ese entonces crearon la línea 2, muy cerca de la colonia, pues pasaba por Calzada de Tlalpan; venía de Tasqueña y terminaba en Tacuba (hoy lo hace hasta 4 caminos); relacionaba el nombre de la estación con la colonia o la calle principal: Ermita (colonia), Chabacano (avenida), Villa de Cortés (colonia), Viaducto (avenida).

Buscaba los nombres de los países y sus capitales y más adelante, ya de lleno en unomásuno, memorizaba los nombres de los presidentes de todos los países y algunos de sus secretarios, ríos, mares, playas, volcanes.

Era como hambre de conocimiento, como una necesidad de saberlo todo; pienso que quizá era una mentalidad de mi generación, porque en esos tiempos surgieron juegos de destreza, como el Maratón, sustentado en preguntas de cultura general y hasta programas de televisión como la pregunta de los 64,000 pesos.

Entonces no sabía si todas las personas hacían lo mismo que yo; luego me di cuenta de que no, pues había gente desorientada que no atinaba a saber cuál era el norte y cuál el poniente. En Puebla, por ejemplo, el trazo de la ciudad y sus calles, permite ubicar rápidamente si un domicilio con el número 511 está entre las calles 5 y 7 o si el número es 5790, está entre la 57 y la 59, pero no todos comprenden esto y para muchos un domicilio se convierte en una encrucijada.

Con el correr del tiempo, he comprendido que la cultura general se obtiene de una curiosidad innata de querer saber, entender, comprender: hallar el porqué de las cosas.

Cierto que la memoria va decreciendo con los años, pero la búsqueda del conocimiento nunca termina, es como si quisiera uno hallarle la cuadratura al círculo, siempre buscando.

Hoy las cosas pintan distinto para las nuevas generaciones; todo el saber está en la red, pero es tanto y al alcance inmediato, que pocos se ocupan de cultivarlo.

Sólo el leer proporciona un conocimiento que siempre será útil, hasta para dirigirse a un funcionario de altísimo nivel.

 

F/La Máquina de Escribir por Alejandro Elías
@ALEELIASG

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