En la literatura, los lugares comunes están prohibidos (una lluvia pertinaz, el sol radiante, su mirada cálida, etc.).

En la música tendría que ser igual, porque repetir lo que escuchamos todos los días de boca del populacho, le quitaría a la letra la originalidad y la convertiría en un mensaje elemental si no es que insulso. Finalmente, la música está considerada como una de las bellas artes y en ella se encuentra insertada la composición y por añadidura, la letra.

De tal forma que, si el arte por sí tiene la virtud de sorprendernos con situaciones o momentos nuevos, lo contrario nos llevaría al tedio emocional y, por consiguiente, el artista productor de tal obra estaría condenado al fracaso, por lo menos en el campo de lo artístico.

Toda esta perorata tiene qué ver con lo que escucho en el autoestéreo; es Alejandra Guzmán con su más reciente canción, Primera y última vez, que deviene en su nuevo video que, a decir de El Heraldo de México, “conquista las redes y arrasa al presumir una espectacular figura y un estilo moderno y atrevido”.

Para quienes, sin embargo, sentimos que tenemos un ojo y un oído un poco más crítico –a veces lo lamentamos–, y alcanzamos a ver detrás de la parafernalia, las cosas no son así.

Mi oído se siente agredido conforme avanza la canción y voy identificando una serie de lugares comunes, que al final vuelven esta creación algo que, a mi parecer, carece de talento, idea, propósito y se vuelve una letra sumamente tonta, por decir lo menos.

La canción tiene, entre otras frases, las siguientes: si el río suena es que lleva piedras; me estás viendo la cara; primera y última vez; el que a mí me la hace me la paga; ya compré tu boleto sin escalas directo a la fregada; porque perro que muerde nunca ladra; se te volteó la jugada; que el último ríe mejor.

Me quedo pensando si, al igual que su piel del rostro y otras partes voluminosas, la imaginación de Alejandra Guzmán requiere ya de una cirugía.

Entiendo que es una canción suya, pues así es como la firma, aunque sabemos que muchos compositores modestos contribuyen por unos cuantos pesos a que estrellas como ella se encaramen en la fama a costa del trabajo de quienes permanecen en el anonimato, al igual que ocurre con las voces, como la de Baby Bátiz, que cantaba detrás de una famosa de los años 80.

El caso es que la letra, si es de Alejandra, que pienso que lo es, demuestra un declive total de la creatividad. Guzmán recurre al estribillo facilón con sus gritos que todos conocemos y la canción da vuelta y vuelta sobre los mismos lugares comunes, sobre los dichos de todos los días que nada aportan a una creación nueva que merezca “conquistar las redes”.

Y tampoco es necesario hacer una comparación con alguna letra de Bob Dylan o Lou Redd; podemos ser menos severos y revisar alguna canción de Alejandro Sanz: Ahora que crujen las patas de la mecedora / Y hay nieve en el televisor / Ahora que llueve en la sala y se apagan / Las velas de un cielo que me iluminó / Ahora que corren los lentos derramando trova / Y el mundo; «ring, ring», despertó / Ahora que truena un silencio feroz / Ahora nos entra la tos…

En toda esta canción de Sanz, no hay una sola línea que nos lleve a un lugar común, un cliché, un dicho, un refrán o a una frase sobada.

Así que, luego de ver el video de la cantante –que a las pocas horas de estrenarlo ya había conseguido unas 200,000 visitas–, me queda la sensación de que, o está en plena decadencia creativa, o sus fans son quienes van en declive en cuanto a gustos musicales se refiere.

F/La Máquina de Escribir por Alejandro Elías
@ALEELIASG

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