Está confirmado, el Partido del Trabajo (PT) sigue siendo la meretriz legislativa de la política del país, la cual se vende al mejor postor.

Y no podía ser de otra manera, porque así siempre ha figurado.

Además, los petistas a eso están acostumbrados.

Al fin y al cabo son un partido sin pies, ni cabeza, mucho menos cerebro.

Un partido al que todos ocupan, utilizan y desechan fácilmente, un “partido Kleenex”.

Y es que el PT no es otra cosa que el tonto útil del círculo rojo, el cual se alquila -sin rubor alguno-, a costa de humillarse y someterse, a la voluntad de su amo por unos cuantos pesos (y si son millones mejor).

El líder nacional petista, Alberto Anaya Gutiérrez, es el vivo ejemplo de la corrupción, del caciquismo político, del abuso de poder y del tráfico de influencias.

Es el mejor ejemplo de lo que no se debe hacer en la política actual.

Por ello, Anaya nunca ha tenido empacho en agachar la cabeza para que lo complazcan todos aquellos que quieren utilizarlo como el tonto útil.

Y todo por dinero y poder.

Ese es el motivo por el que se prestó a una burda y asquerosa escena bautizada en la cámara de diputados como “Grupo de amistad México-Rusia”.

Ya les contaré las andanzas y tranzas de Anaya, el diputado vitalicio.

Empero, ¿a quién se le habrá ocurrido tamaña pendejada en plena guerra Rusia vs Ucrania?

Que asquerosidad de partido es el PT.

Un partido con un líder corrupto, ambicioso y obediente, eso sí.

Por cierto, Alberto Anaya es como las antiguas cortesanas de la Grecia antigua, a diferencia, por supuesto, de que ellas fueron marcadas, abusadas y estigmatizadas sólo por querer ser libres o tratar de sobrevivir a los abusos del poder.

En cambio el líder petista disfruta cada encomienda o encargo de su verdadera jefa, la 4T.

Que pena que México, por gracia de su actual gobierno, y ahora también de su poder legislativo, se muestre como una nación insensible, inhumana, aislada del mundo y de la realidad, indiferente ante la guerra, las vejaciones y los abusos que esta genera.

Está claro que el Poder Ejecutivo y el Legislativo no saben un carajo de diplomacia y de congruencia, de humanidad.

Mientras el embajador de México en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Juan Ramón de la Fuente, lamenta y condena la invasión rusa, así como los ataques y las agresiones a Ucrania, a sus niños, a sus mujeres y al país en general, un grupo de diputaditos mexicanos, encabezados por el huevonazo de Alberto Anaya, refrendaron su amistad con el embajador ruso Víktor Koronelli.

La pregunta es ¿dónde está el canciller Marcelo Ebrard Casaubón?

Ya se hizo pato en el caso del parlamento europeo y la penosa carta enviada por el gobierno federal, ¿también lo hará sobre la estupidez de los diputados?

¿Y así quiere ser presidente?

¿En serio?

¿Tan mal estamos en México?

¿Cuánto le va a costar esta afrenta de México, al canciller, al Poder Legislativo y al mismísimo presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a los Estados Unidos y al presidente Joe Biden?

¿Pues no que México es respetuoso de la no intervención y de la soberanía de todos los pueblos?

¿Sabrá el PT, Anaya, el PRI y su diputadillo, Augusto Gómez, que la guerra protagonizada por Rusia ya dejó en Ucrania más de 2 mil 421 víctimas civiles y más de 6.5 millones de personas desplazadas?

¿En qué país vivimos?

¿Quién carajo nos gobierna y representa en el Congreso de la Unión?

Con razón estamos como estamos.

Ya sólo falta que los petistas poblanos secunden las sandeces de Anaya.

A ver qué dice a todo esto el diputado Mariano Hernández Reyes, líder petista en Puebla.

Bueno, eso si es que está sobrio.

Voy y vengo.

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