Es increíble que mientras los mexicanos sobrevivimos y pendemos de un hilo por la maldita inseguridad, por la crisis económica, por la miseria y por los estragos de la pandemia y el Covid-19, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) siga empeñado en dividir al país entre buenos y malos.

¡Que pinche hueva, carajo!

Y, además, esté empecinado en su cuento de saberlo todo, de ser dueño de la verdad y de que todos sean corruptos menos los suyos, desde sus familiares, hijos, hermanos, sobrinos, parientes lejanos, hasta sus amigos y compadres.

Las mañaneras son una maldita broma de mal gusto, un circo, pues se han limitado a denigrar gente, a evidenciarla -la mayoría de las veces sin sustento-, a ridiculizarla, a enfrentarla, a criticar y denostar periodistas, artistas, ambientalistas y a todo aquel que esté en contra del presidente y de la voluntad de la 4T.

Sin duda, si a AMLO le hubiese tocado ser oposición ante un régimen como el suyo habría pedido la renuncia de todo el gabinete y hasta del mismísimo mandatario nacional.

No hay día que el jefe del estado mexicano ridiculice y denigre a sus adversarios, a quienes no piensan igual que él y a los supuestos “conservadores”.

Se la pasa citando, maldiciendo y evocando al pasado sin mirar hacia adelante. Vive de recuerdos y así gobierna, también.

Critica todo lo que se hizo antes pero esconde los yerros de su administración, los vicios, los escándalos, las corruptelas, los errores, los excesos y los abusos de sus funcionarios, particularmente el del Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero.

¿Qué esperará para ponerlo de patitas en la calle?

Pero no ha sido así, todo lo contrario, porque a pesar que se demostró que el funcionario utilizó el aparato de estado para una cobrar una venganza personal, el presidente AMLO ya dijo que él confía en su fiscal.

Afortunadamente, quedó demostrado que Alejandra Cuevas era inocente y salió de la cárcel; además, que su madre, Laura Morán, quedó absuelta de toda posible culpa sobre la muerte de Federico Gertz Manero, hermano del fiscal vengador.

Empero, lo más lamentable del sexenio obradorista, sin duda, es la grave e incontenible inseguridad en la que está sumergido el país.

No hay día en que no aparezcan muertos, ejecutados, balaceras, encobijados, periodistas y mujeres asesinadas cruelmente, y ahora hasta masacres como la de Michoacán, donde recientemente acribillaron a 20 personas en un palenque clandestino.

¿Quién dice algo al respecto?

¿Quién condena eso?

Mientras tanto, el presidente AMLO hablando mal de Eugenio Derbez, quien ganó un Oscar, está metido en la revocación de mandato para disque poner a juicio de los ciudadanos la responsabilidad a la que está obligado terminar de cumplir como lo manda la Constitución.

Ya el colmo es difundir y promover la estúpida idea de rentar el avión presidencial, que rifó pero no rifó, disque para cumpleaños, bodas y quinceaños.

En tanto, el país que se caiga a pedazos, que siga estancado, dividido y polarizado.

¿Quién carajo nos gobierna?

¿Hasta dónde tenemos que llegar para que el presidente AMLO razone y gobierne para todos?

El país se le cae a pedazos y sus locuras cada vez son más dañinas para los mexicanos.

Allí está la eliminación de las escuelas de tiempo completo, los niños abandonados con cáncer, el ecocidio provocado por el Tren Maya, el escándalo de “la casa gris” y el Jr, José Ramón López Beltrán, la afrenta al Parlamento Europeo, la opacidad y obediencia de Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de relaciones exteriores, ante el hermanamiento del Congreso con Rusia, entre muchos otras.

¿Qué sigue para México?

¿Cuántas masacres más nos faltan para abrir los ojos a la realidad?

¿Para exigirle a la 4T que se deje de tonterías y proteja a nuestros hijos?

¡Pobre país, carajo!

poncharelazo@yahoo.com.mx

En twitter: @poncharelazo

Facebook: Alfonso González

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