Si la deuda externa inquieta en los países de bajos ingresos, la deuda pública mundial lleva tiempo en el foco de los organismos internacionales que centran su atención no solo en su evolución, sino en la deuda oculta.

Los economistas Rhoda Weeks y Alissa Aschkroft, explican que la deuda oculta está formada por empréstitos de los que el gobierno es responsable y no se informa, ni a los ciudadanos, ni a otros acreedores.

“Y si bien esta deuda, por su naturaleza, a menudo se mantiene fuera del balance oficial del gobierno, es muy real a tal punto que, según se estima, puede alcanzar un billón de dólares a nivel global”, indicaron.

En 2023, la deuda pública mundial superó los 91 billones de dólares convirtiéndose en la mayor amenaza para los países endeudados y en un escenario de altas tasas de interés lo es más.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) habla ya de “un mundo de deuda” asfixiado por la deuda externa y los altos niveles de deuda pública que se han quintuplicado desde 2000.

«En promedio, los países africanos pagan cuatro veces más por préstamos que Estados Unidos y ocho veces más que las economías europeas más ricas; casi el 40% del mundo en desarrollo, tiene graves problemas de endeudamiento”, de acuerdo con Naciones Unidas.

António Guterres, titular de la ONU, señala que esta disparidad en los tipos de interés destaca la desigualdad inherente al sistema financiero internacional, que pesa de manera desproporcionada sobre los países en desarrollo. “En la actualidad, la mitad de las naciones en desarrollo destinan un mínimo del 7.4% de sus ingresos por exportaciones al servicio de la deuda pública externa”.

La ONU indica que la creciente dependencia hacia los acreedores privados, que ofrecen una deuda más cara y vencimientos más cortos que las fuentes oficiales, también ha complicado la reestructuración de la deuda de los países en desarrollo.

Dicho organismo indica que, en la actualidad, los acreedores privados poseen el 62% de la deuda pública externa, frente al 47% de hace una década. Sin embargo, no existe ningún mecanismo para abordar cómo reestructurar la deuda entre las distintas clases de acreedores.

Ante estas circunstancias, Naciones Unidas pide urgentemente una reforma integral de la arquitectura financiera internacional, incluida la arquitectura de la deuda, para fomentar un sistema más inclusivo que permita a los países participar activamente en la gobernanza del sistema financiero internacional; y, demanda, la creación de un mecanismo de renegociación de la deuda ante el temor de que la falta de liquidez termine quebrando a varias economías.

En la opinión de Guterres, los países en desarrollo, especialmente los que tienen una elevada carga de deuda, necesitan más liquidez en tiempos de crisis. Entonces emerge un círculo vicioso: la falta de liquidez se compensa con más deuda.

Y el escenario recrudece con altas tasas de interés que elevan el costo del servicio de la deuda; aumentan las presiones fiscales y plantean riesgos para la estabilidad financiera.

A COLACIÓN

El FMI señala que la sostenibilidad de la deuda depende de cuatro ingredientes clave: 1) Los saldos primarios; 2) el crecimiento real; 3) las tasas de interés reales; y 4) los niveles de deuda.

En cuanto al aumento de los saldos primarios, el exceso de los ingresos públicos sobre los gastos excluidos los pagos de intereses y el crecimiento ayudan a lograr la sostenibilidad de la deuda; mientras que el aumento de las tasas de interés y los niveles de deuda lo hacen más difícil.

Cabe recordar que durante más de una década, a nivel mundial se tuvieron tasas de interés marginales eso permitió que las tasas de interés reales se mantuviesen por debajo de las tasas de crecimiento.

Hasta que la pandemia y luego el escenario bélico entre Rusia y Ucrania con las restricciones y el precio de los energéticos y de otras materias primas subiendo, desataron una ola inflacionista y la respuesta de los bancos centrales llegó en forma de una política monetaria restrictiva con acelerados ajustes alcistas en las tasas de interés.

Eso solo significa tener una deuda cada vez más cara; por ello es que el FMI, el Banco Mundial y la ONU están llamando la atención de los gobiernos para llevar a cabo acciones de política económica, fiscal y monetaria que les ayuden a reducir dicho impacto.

Claudia Luna Palencia

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