Por: Michel Chaín

 

Antes que nada, quiero decirles lo emocionado, y agradecido, que estoy por comenzar a escribir para Síntesis y, entre el bloqueo a la autopista México-Puebla, la situación en Medio Oriente, las elecciones en EE.UU., la captura del “Mayo” Zambada, la discusión que hay de la potencial sobrerrepresentación de la 4T en el Poder Legislativo y el inminente cambio de poderes tanto en el Gobierno Federal como en el de Puebla, lo complicado que ha sido decidir sobre qué escribir.  Ante las dudas, me decanté por un tema que, si bien es parte de la coyuntura, creo que es de los que más nos impacta, como ciudadanos “de a pie”, tanto en el corto plazo como en los años por venir.  Eso sí, para las siguientes entregas sus sugerencias son bienvenidas.

 

  1. Gobiernos iliberales en todo el mundo. A diferencia de lo que se vivió a lo largo del Siglo XX en el que los gobiernos democráticos eran amenazados por golpes de estado por elites que abiertamente luchaban por ejercer el poder de la manera más totalitaria posible y quitarles a los ciudadanos la libertad de elegir a sus gobernantes y que estos les rindan cuentas, en el Siglo XXI se ha visto en países como Hungría, Turquía, Polonia o, por ir al caso más extremo, en los EE.UU. con Donald Trump, una tendencia muy peligrosa en la que gobernantes democráticamente electos, una vez en el poder, se dedican a demoler las instituciones y garantías democráticas que les permitieron, en primer lugar, llegar a gobernar, dando lugar a lo que se ha llamado “democracias iliberales” en contraposición a las “liberales”. Algo así como armar entre todos una escalera y, una vez que uno de estos líderes la estrena para llegar a lo más alto, ver cómo la desarma para que nadie más suba.

 

  1. Instituciones y autonomía. En este sentido, es importante revisar la historia y recordar que las “instituciones”, entendidas como la serie de reglas tanto culturales como legales y “metalegales” que nos dice cómo comportarnos, qué sí se vale hacer y qué no, son importantes para gobernar porque son las que ponen límites al ejercicio del gobierno y, sobre todo, evitan que el gobernante en turno imponga su voluntad a todos los demás, sólo por estar en una posición de Poder. México no ha sido a estas instituciones ni por la lucha por la autonomía respecto al Poder.  Sólo hay que recordar que el PRI, en sus diferentes formas (PNR con Calles y PRM con Cárdenas), surgió para controlar y ponerles reglas a los caudillos de la Revolución Mexicana en su lucha por el Poder o que en este año se celebra el 95 aniversario de que la UNAM lograra su autonomía de cátedra respecto del Gobierno.

 

  1. Organismos autónomos. En este sentido, es importante también tener presente que, a raíz de que México sufriera las crisis económicas causadas, en buena medida, por el manejo irresponsable de la misma durante los sexenios de los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo (lo que se conoce como la “docena trágica”), y tuviera que cambiar su modelo económico abriéndose al comercio internacional (que es el que, hasta la fecha, tiene el país, como se demuestra, de juris, con la ratificación del Presidente López Obrador del Tratado de Libre Comercio de América del Norte -TLCAN en 1994 y ahora T-MEC- al inicio de su administración o, de facto, al buscar aprovechar el “nearshoring”), también se incrementaron los llamados “organismos autónomos”, entendidos como arreglos institucionales que, si bien son parte del Gobierno, no responden directamente a la persona o el Partido Político que ocupa la Presidencia. Lo anterior se debió a la necesidad de profesionalizar el manejo se ciertos aspectos de la economía o el cambio de poderes en el país y, en buena medida, para evitar que el Poder de la Presidencia se volviera a utilizar para impulsar “horrores” económicos, como sucedió con Echeverría y López Portillo.

 

  1. Caso INEGI y Banxico. Si bien todo es mejorable, me gusta utilizar a INEGI y a Banxico como buenos ejemplos de lo importante que es que los “organismos autónomos” sean del “Estado Mexicano” -entendiéndose como parte de la visión del país en el largo plazo), y no del Gobierno en turno con un horizonte de seis años.  El INEGI nos permite a todos, y no sólo al Gobierno en turno, contar con información oportuna, certera y sustentada, para tomar mejores económicas lo mismo para gobernar una entidad federativa que para poner o no un pequeño negocio, al contrario de lo que ha sucedido en otros países, como Argentina, en los que la primera dificultad para atraer inversiones era que nadie creía en sus cifras oficiales.  Por su parte al Banco de México (Banxico) se le dio su autonomía después de la crisis de 1994, para evitar que la política monetaria dependiera de los intereses coyunturales de la Presidencia, y así evitar los incrementos en la inflación asociados a las cuatro “crisis sexenales” que el país sufrió desde el final del de Luis Echeverría, en 1976, y que desde entonces no hemos vuelto a padecer.

 

  1. ¿Por qué no le gustan al Presidente? Sin conocer al Presidente en persona y sólo haber podido platicar, a través de los años, con algunos de sus colaboradores, me atrevo a hipotetizar que es por un cierto sesgo “iliberal” en su concepción de la Democracia. Mientras que para el Presidente el triunfo en las elecciones es una espaldarazo para ejercer el Poder de manera personalísima, a nombre de una masa anónima e incapaz de hablar por sí misma a la que llaman “pueblo”, y sin que nadie le pueda decir nada; para quienes defendemos a las “democracias liberales” lo que se gana, al “ganar” una elección, es la obligación de defender las libertades de la ciudadanía, que a diferencia del pueblo está compuesta por mujeres y hombres con nombres y apellidos así como con los derechos de exigir cuentas a sus gobernantes o cambiarlos en la próxima elección, sin importar que, en lo individual, hayan votado por uno o no. En estas lógicas encontradas, los “organismos autónomos” le estorban al Presidente para ejercer, a su manera, el Poder que el pueblo le dio; y, para quienes no compartimos la visión del Presidente, son las instituciones con las que ciudadanas y ciudadanos contamos para que haya un manejo profesional y predecible de nuestra economía nacional, sin importar quien sea la persona que ocupe la Presidencia.

 

 

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