Ante la inminencia del fin de la Administración del todavía presidente López Obrador, y con el ánimo de no caer en polémicas que hoy ya rayan en lo ocioso, digamos que evidentemente México no es Dinamarca, pero tampoco es Venezuela o Cuba. Con el ánimo de ser propositivo y hacer efectivo aquello de que, independientemente de la trinchera que nos toque, siempre hay que aportarle a un México mejor, desde Síntesis, resalto 5 puntos que deberán de ser de atención prioritaria para el inminente gobierno de Claudia Sheinbaum. Más allá de las diferencias de enfoques, metodologías o criterios con los que los pudiéramos abordar, si la presidenta no logra avances en estos 5 puntos estará poniendo en riesgo la capacidad su Gobierno para satisfacer las altísimas expectativas que su contundente triunfo en las urnas generan. Ante una eventual falta de resultados, no tendrá contrapesos, autonomías, oposiciones o antecesores a quien culpar.
Punto 1. Las violencias. Si al salir de su casa, una ciudadana o ciudadano mexicano se considera en riesgo, ya sea de ser asaltado, agredido por su sexo o preferencias, de perder la capacidad de compra de su dinero dado el aumento sostenido y sistémico de los precios (la inflación), extorsionado por querer trabajar, despojado de su patrimonio por la voracidad de los servidores públicos corruptos, de perder su libertad al ser objeto de un secuestro, de poder transitar por regiones enteras del país por estar al margen de la Ley y en manos del crimen organizado o de ser asesinado, es que el Gobierno ya perdió la capacidad de cumplir las tareas básicas para las que se crean, financian y soportan a los gobiernos y, en esas condiciones, no puede haber viabilidad del país. Si, adicionalmente, el ciudadano es violentado por gobiernos discrecionales que no se apegan y sujetan a la normatividad que ellos mismos generan, qué triste nos espera el porvenir, porque además se estará renunciando a las condiciones mínimas para atraer las inversiones y crear los empleos formales suficientes para lo que demanda un México en el que el 51% de los empleos existentes son informales.
Punto 2. Niñas, niños, español, inglés y matemáticas. No es necesario recitar a Gramsci de memoria para entender que cada régimen político busca reflejar su ideología en todas las manifestaciones culturales y, desde luego, en la educación. Sin embargo, darle tal o cual sesgo ideológico a la educación no significa tener que sacrificar los dos pilares que les permitirán a las niñas y niños dedicarse, en el futuro, a la actividad profesional que ellas y ellos decidan: el combo español/inglés y las matemáticas. Y no, no es un planteamiento “neoliberal”; es uno científico: el combo español/inglés son las herramientas que permiten entender, y entendernos, con nuestros congéneres tanto en la sociedad más inmediata y que nos da identidad -México-, así como de la sociedad en la que nos desenvolvemos, que gracias a las TIC’s, es la cada vez más omnipresente sociedad global; por su parte, las matemáticas son el lenguaje que nos permite entender el funcionamiento del Universo en el que estamos metidos y, en la medida que lo entendemos, también nos permite incidir en este. Una niña o niño que no puede darse a entender o manejar conceptos abstractos, está tan sólo como un náufrago flotando en su lanchita en la inmensidad del mar; una niña o un niño que, además, no entiende matemáticas, es el mismo náufrago, pero ahora sin los remos de la lanchita.
Punto 3. ¡El agua y la luz! Este no debería de necesitare explicación porque, de manera cotidiana y con una fuerza creciente, somos testigos del impacto que tiene el cambio climático que trastoca las otrora estaciones y recrudece la manera en la que los diferentes meteoros golpean los litorales mexicanos. Tanto por economía como por sustentabilidad medioambiental, México debe aceptar que el paradigma de los hidrocarburos fue un hito en el Siglo XX, pero que en el XXI es cada vez más insostenible por lo que, a nivel de Administración Pública, la próxima presidencia debe darle prioridad a la generación de energía por medios sustentables, como los fotovoltaicos, eólicos, geotérmicos y otros en los que México puede ser una auténtica potencia mundial, modernizar e incorporar mayores componentes tecnológicos al monitoreo y distribución tanto de la electricidad como del agua y, aunque duela en la ideología, quitarle el disfraz de identidad nacional al petróleo y aceptar que PEMEX, lejos de apalancar el crecimiento y desarrollo del país, en realidad nos cuesta una millonada trimestre tras trimestre a todas y todos los mexicanos pues, en los últimos cuatro años y medio (enero de 2019 a junio de 2023), el Gobierno apoyó a Pemex con 1.32 billones de pesos, entre recursos que le ha transferido directamente y los que le ha dejado de cobrar, o dicho de otro modo, de nuestros amables impuestos.
Punto 4. Las libertades. Las sociedades occidentales, incluida la mexicana, enfrentan una contradicción entre dos objetivos, sumamente deseables ambos, pero mutuamente excluyentes: las libertades individuales y la equidad entre individuos. No voy a abordar las coincidencias y diferencias entre la presidenta electa y su servidor respecto a la combinación idónea entre ambos. Únicamente, en mi calidad de ciudadano interesado, le voy a pedir que, al momento de echar a andar la maquinaria de sus mayorías para construir su visión del México del futuro, por favor tengan cuidado de no pasar por encima de las libertades de las y los mexicanos de hoy en día. La historia tiene muchos ejemplos de regímenes que, encandilados por las luces del futuro que imaginaban, destruyeron tanto a las libertades como a los individuos, colapsando sus instituciones, instrumentos y capacidad de gobernar, dejando a sus gobernados sin el futuro prometido y sin el presente destruido.
Punto 5. Las mujeres. El hecho de que una mujer llegue al poder no necesariamente significa que vaya a impulsar una agenda feminista. Sin embargo, dado lo injusto e insostenible de las sobrecargas, techos de cristal, pisos pegajosos, representaciones truqueadas, decepciones, desinterés y violencia con que históricamente se ha lastrado e impedido el crecimiento de la participación y aportaciones de las mujeres al crecimiento y desarrollo del país, la manera en la que los distintos movimientos de mujeres han logrado visibilizar dicha opresión, así como el legado de la propia presidenta electa como la primera mujer presidenta en la historia de México y su narrativa personal a favor de las causas mujeres a lo largo de su carrera, confío en que ese no sea el caso de Claudia Sheinbaum. Que en México se sigan poniendo trabas a que el 51% del país desarrolle su potencial y podamos contar con su contribución, sólo por la anacrónica discriminación de la que siguen siendo objeto las mujeres, no sólo es un fenómeno económicamente inviable; es un “pecado capital” moralmente suicida.