Tan variado los quehaceres de la arquitectura como la interpretación de la misma. Definir qué es la arquitectura resulta complicado incluso para los propios arquitectos, quienes encuentran en la cita de diversos autores algún argumento que se acople a su propia interpretación.
Para la Real Academia Española (RAE), la arquitectura es el “arte de proyectar y construir edificios”, una definición tal vez fría y desprovista de mucho otros factores que la conforman. Si bien esta disciplina incluye entre sus responsabilidades el ejercicio de ordenar de un modo consciente la materia, resultando así en una edificación, es también responsable de la modificación del espacio en el que se propone; la alteración visual, circulatoria y vivencial del sitio mismo.
En una reciente conferencia, el arquitecto Eduardo Funes extendió su percepción sobre esta disyuntiva, mencionando que, bajo la idea de que el espacio está siempre ahí (o allí, para los espacios más distantes), la arquitectura es responsable de la delimitación del mismo, es decir, “hacer finito lo infinito”. En su charla, el profesor Funes abonó al debate el tema sobre los “no lugares”, aquellos sitios de tránsito que, por su naturaleza, no son considerados como tal. Pero si atendemos a la lógica contraria, sea donde sea, nos encontremos donde nos encontremos, estamos siempre en algún lugar”.
Lo anterior plantea una antigua polémica: la arquitectura crea espacios o más bien los modifica; diversos teóricos han contribuido argumentos en ambos sentidos. El arquitecto portugués Álvaro Siza menciona que “la arquitectura es, antes que nada, transformación, no invención”, pues entiende que dentro del espacio que compendia nuestro mundo, se generan a su vez microespacios, que vienen a modificar al que lo antecede.
Si bien es claro que la obra arquitectónica se antepone al espacio, ésta, la arquitectura, no proviene de la nada, ya que nuestra condición humana solo nos permite transformar, no crear. La arquitectura es entonces la adaptación del medio en razón de nuestras necesidades, sueños e intereses, siendo ésta perteneciente a un espacio común y único. Decía el químico francés Lavoisier: “la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma”, lo que podría aplicar de igual manera al espacio, que es por sí solo el sitio donde sucede la vida (la arquitectura en este caso), y se ve alterado debido a lo que en él suceda y de él se emplee.
Las reflexiones por parte del conferencista motivaron un cuestionamiento sobre qué es la arquitectura, cómo impacta y cómo se relaciona en nuestra realidad. Sin contar con todos los elementos, considero que probablemente estemos ante un falso dilema, una manera de entender la arquitectura en un plano ajeno a nuestras capacidades: ni los humanos ni los mismísimos arquitectos cuentan entre sus dotes el de concebir ni crear de la nada, incluyendo el espacio.
Si bien este tema involucra diversas reflexiones filosóficas, por cuestiones de espacio me limitaré a la sola idea de alteración, de las cosas y del espacio mismo, pues sería impropio equiparar la transmutación (agua en vino o arcilla en carne) con la transformación (roca en muro o arena en vidrio). Contamos con la capacidad de alterar, no de crear, aunque esto mismo altere la idea que muchos, inocentemente, han creado (si es que realmente se puede definir así).
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