A lo largo de estas veinte entregas, hemos pretendido hacer un recorrido sobre la historia de los aeropuertos civiles en México. Es decir, del sistema aeroportuario mexicano. Desde la primera pista civil en los llanos de Balbuena en lo que era la Ciudad de México en el año 1910. Época romántica sin duda, en los albores de la aviación y en consecuencia de los primeros aeropuertos. En algún lugar tenía que despegar y aterrizar las novedosas aeronaves que apenas se elevaban unos cuantos metros de la tierra y sobrevolaban escasos minutos ante la algarabía de la genta que asombrada veía esos aparatos más pesados que el aire elevarse por los cielos.
A partir de esos sorprendentes momentos se fue construyendo, literalmente, el sistema aeroportuario en nuestro país. Al principio, como lo comentamos, de la mano de los militares en plena revolución mexicana, hasta que fue tomando autonomía el desarrollo de la aviación civil y con ella los aeropuertos. El Estado jugo un papel importante en esta evolución aeroportuaria. Sin la participación estatal, difícilmente, o quizá, con muchas limitaciones, se hubiesen construido los aeropuertos civiles en nuestro país y conformar una red aeroportuaria sólida que permitió la conectividad aérea del territorio nacional. Fueron tiempos de un Estado Mexicano centralizado, fuerte, en donde la participación del capital privado fue muy limitada y controlada. Fue un proceso de desarrollo y consolidación que duro por lo menos 80 años desde el primer aeropuerto en los referidos llanos de Balbuena hasta los 55 aeropuertos civiles que se construyeron en ese período y que agrupados bajo la administración y operación de la paraestatal Aeropuertos y Servicios Auxiliares, mejor conocida por sus siglas como ASA, llegaron a conformar a mediados de los años noventa una importante red aeroportuaria en México.
Pero los modelos de desarrollo en el mundo fueron transformándose. De los Estados de Bienestar se pasó a los Estados del Neoliberalismo. Los Estados entraron en un proceso, en donde su modelo económico y político se fue agotando ante las nuevas doctrinas e ideologías que pugnaban una menor participación del Estado en la actividad económica una mayor participación del capital privado en actividades en habían permanecido exclusivas para el Estado. Los Estados del Bienestar entraron en crisis económicas que les impedía destinar recursos (dinero) a tareas que bien podían cumplir las empresas privadas. Tal fue el caso en México de la operación de los aeropuertos civiles comerciales, como lo fue en otras partes del mundo. Fue en el 1998 que casi el 62% de los aeropuertos en nuestro país se privatizaron y se concesionaron a grupos aeroportuarios privados hasta la fecha. Casi treinta años en el que la red de aeropuertos es operada de forma mixta. Los menos rentables (20 aeropuertos sin el de la Ciudad de México), pero no menos importantes para asegurar la conectividad del país “en manos” del Estado, y el resto, 34 terminales aéreas, bajo la responsabilidad operatividad de capital privado, que permitió asegurar la modernización tecnológica y de servicio de los aeropuertos, con buena e innegable rentabilidad económica.
No obstante, sin perder la hegemonía estatal, una veintena de aeropuertos, la mayoría administrados por ASA, y el aeropuerto de la Ciudad de la México, si perdieron su preeminencia civil, y fueron asignados (figura jurídica equivalente a la concesión) al sector militar (SEDENA y MARINA), para su operación y, en su caso, otorgándoseles también la facultad de construir aeropuertos, como fue el caso de los Aeropuertos Felipe Ángeles (AIFA) y el de Carrillo Puerto (Tulum) que se edificaron el sexenio pasado.. Asignaciones aeroportuarias dadas por el gobierno de Manuel López Obrador que siguen siendo cuestionadas, por el significado de empoderamiento que los militares asumieron sobre aeropuertos civiles, aun cuando dichos aeropuertos jurídicamente son considerados como civiles, pero operados por militares Es muy corto el tiempo para tener una evaluación justa que permita presumir que la decisión fue acertada y que esas terminales aéreas serán operadas de manera eficiente y eficaz por la milicia, sobre cuando no había argumento sólidos que justificaran haberle quitado a ASA la administración de esos aeropuertos a la par del de la Ciudad de México. Los argumentos de corrupción y seguridad dados en su momento nunca, hasta la fecha, se han exhibido como para juzgarlos válidos.
Con todo, el sistema aeroportuario en México está constituido por una red de aeropuertos en gran medida modernos, seguros y rentables, en una gran mayoría. Todavía falta mejorar su competitividad, sin duda.