Ya sea aligerando o posibilitando el tránsito vehicular, los puentes modifican la vivencia del espacio de manera drástica, conectan puntos en específico siempre a beneficio humano, facilitando un tráfico fluido entre diferentes zonas (urbanas y rurales) y siendo ejemplo de los avances de la ingeniería en el diseño arquitectónico.

Si bien estas extensiones viales reducen por mucho el tiempo de traslado entre los puntos que enlaza, la mayor parte de reconocimientos y premiaciones van dirigidos a los elementos visible de estas obras, a su longitud y altura en que se disponen. China se ha sabido posicionar como su propio mejor rival, superando sus récords y mejorando las capacidades de sus sistemas constructivos.

Recientemente este país asiático inauguró el Puente Gran Cañón Huajiang, en la provincia de Guizhou, que al estar a 625 metros de altura se le reconoce ahora como el más alto del mundo. Esta obra, de acuerdo con autoridades chinas, reduce un trayecto de dos horas a tan solo dos minutos, y no solo es un alarde en cuanto a su ingeniería se refiere, sino que también por las pruebas a las que fue sometido para poder ser inaugurado con toda seguridad; a marcha lenta, como quien no temiera caer al precipicio, 96 camiones con carga cruzaron los 2,890 metros de longitud de esta obra, un total de 3,360 toneladas (su capacidad máxima de carga) fueron posicionadas sobre la estructura. Pasó la prueba, tenemos puente.

Con este último acto al Puente Beipanjiang, de 1,341 metros de longitud y situado entre las provincias chinas de Yunnan y Guizhou, se le retiró el reconocimiento al más alto, el cual obtuvo en 2016 al estar 565 metros de altura sobre un río. Un duelo de China contra China. Pero México no se queda atrás en la ambiciosa lista de los puentes más altos, es más, por un tiempo hasta la lideró. El Puente Baluarte Bicentenario tiene una longitud de 1,124 metros y conecta a los estados de Durango y Sinaloa. Inaugurado en 2012, por sus 402 metros de altura gozó durante 4 años el título al puente atirantado más alto del mundo.

Podríamos decir que algunos gobiernos han incentivado nuevas y mejores infraestructuras, capaces de abonar a la conexión entre ciudades y facilitando el tránsito por el país, una manera de emplear los nuevos sistemas constructivos en pro del recorrido y vivencia de sitios donde de otra manera no podría suceder.  Ahora bien, en cuestión de puentes me pareciera más retador su longitud que su altura, pues el claro del puente, es decir, el trayecto que está sobre el suelo, debe transmitir sus cargas a los soportes que se encuentren en tierra firme, medida que, constructivamente hablando, puede sorprender más que la altura a la que se encuentre, la cual no necesariamente interviene en su diseño estructural.

Pero así como hay noticias buenas y alentadoras sobre el futuro de estas obras, existen otras que más bien preocupan y están marcadas por la tragedia. A escasos metros de donde volcó un camión que transportaba gas LP y que provocó una explosión, esto bajo el Puente La Concordia en la Ciudad de México, apareció una “grieta” de 138 metros de largo y dos de profundidad que, aunque ya fue reparada, preocupa a quienes transitan este sitio por el temor de una desventura más: el colapso del propio puente. Hoy China festeja la altura y longitud de su obra y México se preocupa por la profundidad y longitud de su socavón, se esperaría que la escala de proyecto no corresponda a la de su solución, pues aunque no tenga las dimensiones del puente chino, se enfrenta, así como la ciudad misma, a un problema que está en chino solucionar.

 

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