Hace unas semanas, leí un comentario en un grupo de mamás al que pertenezco en Facebook que llamó mucho mi atención de manera grata ya que decía lo siguiente:
“ESTAMOS CRIANDO UN HIJO CON EL QUE TU HIJA VA A ESTAR SEGURA, PROMETIDO”.
Me pareció excelente esa afirmación ya que como he señalado en diversas ocasiones, las acciones en contra de la violencia de género hacia las mujeres no sólo deben enfocarse en el sexo femenino sino también en el masculino. Digo, la razón es obvia, los hombres son los violentadores en la ecuación de las agresiones, por lo tanto, si no se trabaja con ellos, aunque las mujeres tengan las herramientas para no permitir violencia, los agresores seguirán siendo agresores e intentarán por todos los medios lastimar a sus parejas.
A quienes somos mamás de varones nos toca plantar en ellos desde pequeñitos la semilla de la no violencia contra las mujeres y por supuesto contra nadie.
Los estereotipos de género que siguen representando a las mujeres como el sexo débil, nacidas solo para ser mostradas como trofeo, para ser esposas, madres y por ende entes sumisos al marido, sin derecho a opinar y con la obligación de aguantar cualquier maltrato, son los que se deben ir eliminando de la educación de los niños.
Educar a los pequeños en el respeto hacia las mujeres desde chiquitos, hará que conforme vayan creciendo vayan integrando más y más dentro de su personalidad ese respeto, el cual hará que rechacen ejercer violencia contra ellas.
Por supuesto que a pesar de esa educación, pueden suceder miles de circunstancias que lleven a que incurran en algún tipo de violencia, pero por lo menos la posibilidad de ello se reduciría considerablemente.
En mi caso a mi pequeño de 8 años desde muy chiquito le he inculcado la igualdad de género mediante sus juegos y juguetes; nunca le he impedido jugar con muñecas, a la comidita, a que me peina y me maquilla, sino al contrario, he ido desarrollando en él la empatía y el respeto hacia las mujeres a través de los diálogos que entabla al jugar y de las acciones que llevamos a cabo en casa.
Siempre le he permitido colaborar con las labores domésticas de acuerdo a su edad y él es más que feliz de hacerlo. Le encanta ayudar a hacer postres, ensaladas, a barrer y trapear y cualquier actividad hogareña.
Le he contado que a las mujeres no las dejaban estudiar ni trabajar o que solamente les permitían ejercer ciertos trabajos; me ha respondido que le da tristeza pensar que sus compañeritas no pudieran ir a la escuela como él y que se le hace feo que antes no las dejaran hacer lo que les gustara.
Cuando me ha hecho algún comentario en cuanto a que las mujeres somos más débiles a los golpes (lo dice porque yo soy muy sensible al dolor), o que tenemos menos fuerza física, le he explicado que no es que seamos más débiles, sino que por diferencias de cómo estamos conformados naturalmente las mujeres y los hombres, ellos suelen poseer más fuerza pero que hay muchísimas mujeres que han demostrado poder desarrollar esa misma fuerza.
También le he platicado que está comprobado que el sexo masculino no aguantaría pasar por el dolor de un parto o una cesárea y que de hecho son mucho más débiles ante las enfermedades. Le he contado que incluso los bebés varones son los que mayor posibilidad tienen de morir en el primer año de vida, así que eso de que somos más débiles no es cierto, sino que cada sexo tiene sus características propias.
Y claro que la mejor manera de educar a los hijos en la no violencia es poniendo el ejemplo.
Si ellos ven que mamá es tratada con respeto por papá, por el abuelo materno, por el paterno, por los tíos, por la pareja de mamá, imitarán esa conducta con sus compañeritas, con sus amigas, con sus maestras, con sus primas y más adelante con sus novias y pareja.
Si ven que mamá no se deja violentar, que pone límites en caso de sufrir alguna agresión y que se aleja de quien la daña, aprenderá que la conducta violenta es incorrecta y que lo único que provoca es lastimar ya sea física o emocionalmente a las mujeres, así como destruir familias.
Así que mamis y por supuesto papis, hagamos un buen trabajo con la educación de nuestros varoncitos para que de jóvenes y adultos, la semilla plantada en ellos desde pequeñitos contra la violencia hacia las mujeres de sus frutos.
Formemos hombres amables, respetuosos, empáticos, con inteligencia emocional para saber manejar sus emociones y que la violencia nunca estará correcta, que sepan que no tiene nada de malo mostrar sus sentimientos, ser sensibles, cariñosos, tiernos. Criemos hijos con los que valga la pena estar, con los que las mujeres puedan, como dice la frase del principio de la presente columna,
¡ESTAR SEGURAS!
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