Una legislatura más concluyó sus funciones e inició una nueva, pero como en otras ocasiones, los ciudadanos nos quedamos con la desagradable sensación de que nos quedaron a deber, y mucho.
De por sí, el tiempo que los diputados iban a estar en el encargo era muy corto (nótese el término, encargo), sólo 20 meses, es de recordar que cuando un aspirante a diputado anda en campaña ofrecen trabajar por múltiples causas además de que recogen en campo otras tantas propuestas información que les sirve para integrar su “agenda legislativa”, de tal manera que cuando llegan a ocupar el puesto ya saben a lo que se van a dedicar, no debería haber pretextos para no legislar y sí muchas explicaciones cuando no lo hacen, al igual que los partidos políticos que los postularon ya que estos quedan muy mal posicionados.
El tema es que muchos de los diputados de la LXII Legislatura se la pasaron diciendo que para lograr consolidar sus geniales ideas necesitaban reelegirse en el cargo, recurso que por primera vez se utilizaría por congresistas en funciones, por lo que el tiempo se acortó aún más al tener que abandonar sus puestos para fungir como candidatos, aunque algunos de ellos no quisieron dejar de cobrar como diputados, a pesar de que no trabajaban, mientras que ya se veían como diputados por más tiempo. Quedó claro cuál era el objetivo de estos funcionarios, no hizo falta mucho para descubrir sus “motivos personales”.
El reportero de esta casa editorial, Hugo Sánchez, consignó puntualmente los hechos al dar cuenta de los 50 millones 450 mil pesos que costó al erario público el paso de estas personas por la LXII Legislatura y de los múltiples pendientes que dejaron.
Cada uno de los legisladores locales obtuvo 100 mil 900 pesos mensuales durante 20 meses, 2 millones 18 mil pesos en total, más apoyo de combustible, más alimentos, más aguinaldo, más 50 mil pesos mensuales para gestión, recursos que no es necesario comprobar.
Se me ocurre una iniciativa para que la proponga alguno de los nuevos legisladores, y es que las empresas apoyen también con alimentación a sus empleados, de forma efectiva, puntualizo, para que nos encontremos en igualdad de circunstancias, y ya animados, pues también otro apoyo extra para celular, por favor.
Regresando al tema, ninguno de los representantes del pueblo cumplió con su agenda legislativa, es decir, no cumplieron con aquellas causas que abanderaron frente al pueblo, aquellos motivos que “los inspiraron para que aflorara su vocación de servicio” quedaron inconclusos.
Sólo 45 iniciativas se presentaron en el 2017, durante el primer periodo ordinario de sesiones de 112 propuestas en su agenda. En el segundo periodo ordinario fueron 50 las iniciativas presentadas, aún por debajo de su ofrecimiento
Varias propuestas de iniciativas de ley se vislumbraban interesantes, sin embargo, los diputados ya tenían en mente el proceso electoral del primero de julio, diez diputados fueron los que solicitaron licencia para poder participar pues querían ser reelectos, uno quería ser diputado federal más dos que participaron en el proceso sin pedir licencia, mismos que tuvieron que regresar a ocupar sus lugares ante la rotunda negativa de la ciudadanía.
Sin embargo, el daño ya estaba hecho y no se les dio una segunda oportunidad, por lo que el último tramo de su periodo tuvieron que trabajar a marchas forzadas para poder sacar lo que más urgía, ahora quedan situaciones bochornosas como la remodelación del edificio del Congreso que obstruye el libre tránsito de las personas o el caso de los diputados suplentes, en donde los legisladores abiertamente desafiaron las instrucciones del poder judicial, para cerrar con broche de oro y tomarles protesta para que tomaran el cargo por unos cuantos minutos.
Aquellas ideas que a partir de ahora quedan como frases hechas, tal como “somos jóvenes, sin cargos anteriores en la política”, “no queremos el poder por el poder mismo”, “vengo a trabajar para lo que me eligieron”, etc, tendrán que pasar a la acción, necesariamente, para que dejen de ser solo pose de campaña.
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