En una clásica tarde de café con amigos, llegó un momento en el que todos hablábamos, de distintos temas al mismo tiempo. Lo que me llevó a analizar un poco, acerca de lo que es una plática. Obteniendo que es el acto de «Con-versar», que equivale a versar juntos sobre un mismo tema, asunto o argumento. Y que por ende, una conversación es de dos, o más. Pero juntos y sobre un mismo tema. Esto me llevó a la conclusión que si hay dos o más hablando de cosas diferentes, esa ya no en una conversación o diálogo, sino una olla de grillos, o probablemente una torre de Babel.
En esta época, suele suceder que frecuentemente nos juntamos. Pero a esa convocatoria, debiera dársele el valor a lo que es una RE UNIÓN, es decir unir de nuevo, para estar más unidos que antes. Sin embargo, no siempre se incrementa esa unidad en las reuniones, incluso ni en aquellas en las que el objetivo es estrechar vínculos, crear acciones, enriquecer ideas, entender un poco más a los otros, o incluso encontrar un bien común en beneficio de la sociedad.
Lo que me hace formular una pregunta: ¿Por qué fracasamos en apariencia al menos? En alcanzar el objetivo. Si bien es cierto que no siempre, o bueno, casi nunca se debe a la complejidad del o los problemas en sí de lo que se debate. Sino a la complejidad de las conciencias de aquellos que intervienen. Que sería la respuesta automática y que podría permitirme decir que estamos en una sociedad babilónica. Pues aunque hablamos un mismo idioma, de plano no nos llegamos a entender.
Podríamos echarle la culpa a nuestra muy rica y amplia lengua que nos lleva a percibir o entender al emisor. Sin embargo, a cada uno nos lleva a entender, comprender y obtener su propia realidad (verdad). Esto se convierte en una nueva verdad, con la apreciación en su caso, que el emisor está loco o es un malévolo por no ser afín a la idea del receptor.
En lo personal he buscado como unificar criterios y he buscado lecturas que me ayuden a encontrar prontas soluciones. Siendo la de Paul Watzlawick apoyada en la técnica de Anatol Raport la que me ha gustado para la solución de problemas: En caso de un conflicto, es necesario crear dos equipos “A” y “B”, que cada uno de ellos exponga su idea. Posteriormente en lugar que “A” defienda su propuesta, debe ser el equipo “B” el que exponga de manera exacta y detallada la opinión del trabajo de “A”, hasta que éste “B” acepte la exposición y que se evidencie que se comprendió lo que el equipo “A” era lo que quería y la declare comprendida y correcta. Y viceversa. Lo que provocará que las dos partes en litigio digan asombradas entre sí «Nunca hubiese pensado que usted pensara que yo pienso así». Según el autor.
Cierto estoy, que pareciera que el método es poco confiable y muy lento. Pero ¿Resultara ser más eficaz el ponerse a discutir, sin saber exactamente cuál es el objeto de lo que se está hablando? En lo personal preferiría reimplantar la dialéctica, en el sentido clásico de la palabra, como arte de discurrir o argumentar adecuadamente por decir lo menos.
Alguna vez sin poder precisar dónde leí o escuché, una frase que refiere: “… a que la más grande limitación de la gente hispana estriba en algo vergonzoso, en algo que es, por definición, un vicio de esclavo: en la incapacidad específica para el ejercicio de la amistad…”. Y que si se me permite, añadiría un corolario, de otra frase por ahí obtenida relacionada con la misma enfermedad: que se llama: «…una suerte de trágica ineptitud para el diálogo…».
Es importante insistir en la conversación y cultivando el diálogo, pues recordemos no es otra cosa que la unión de la inteligencia, el respeto y la cordialidad. “El Decálogo para todo dialogante” creado por D»orsiano que me permitiré compartirles y que nos puede servir como una guía para encontrar el camino más corto al diálogo.
I. Escucha a todos, sobre todas las cosas.
II. Honrarás la educación que has recibido.
III. No desearás atropellar la palabra de tu prójimo
IV. No te acalorarás.
V. No equivocarás.
VI. No pronunciarás palabras agresivas.
VII. No desearás tu monólogo frente al prójimo.
VIII. Celebrarás la inteligencia de los demás.
IX. No dialogarás en vano.
X. Vence en el diálogo, pero convence.
Recordemos que en una conversación o diálogo, la razón no debe implicar arrogancia de postura o intemperancia de la lengua. Por el contrario, debe ser reflejo de nuestra personal libertad y experiencia.
¡Larga vida a mis mujeres! Dar de sí, antes de pensar en sí.
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