En múltiples ocasiones me he referido a la sociedad en la que nos toca vivir, y a sus miembros. En esta ocasión me referiré a que somos seres sociales y como tales vivimos en sociedad que se rige en aspectos tan esenciales como la moral, que se refiere a la convivencia con los demás y se concreta en los deberes de justicia y solidaridad con aquellos que nos rodean.

Habré de referirme a la justicia, que se apoya en las matemáticas, al sustentarse en la equidad. En pedir igual a los que son iguales. Ya contraparte en dar igual a los iguales. Partiendo del hecho que los seres humanos somos iguales en lo fundamental (ser humanos), y que todas sus relaciones se basan en cierta equidad, en una correspondencia. Y esto es público y notorio.

Al continuar refiriéndome a la justicia, debo señalar una primera parte, que se encamina al respeto que merecen los demás, a su persona, sus bienes y sus posesiones. Y se compendia en una norma que se considera la regla de oro de la moral. La cual seguro estoy nos inculcaron en nuestros hogares. Ya Confucio dijo y que vemos por doquier: “No hagas a otro lo que no quieras para ti”. Pero que aun cuando por todos es sabido, hoy día se ve obscurecido e ignorado por una buena parte de la sociedad.

Al referirnos al segundo aspecto de la justicia, esta se refiere a que exista tal en los tratos entre particulares. Pues tienen que serlo al haber equilibrio para las partes y su cumplimiento a cabalidad con lo pactado.  Pues en este sentido existe un acuerdo espontáneo y universal. Que ya se veía entre los romanos y que a ellos les parecía lo más elemental y obvio de la justicia y lo más necesario para el orden civil.

El tercer campo de la justicia entre los iguales, son las relaciones del individuo para con la sociedad o la comunidad humana. A esto los especialistas le llaman: justicia distributiva, que es la que distribuye equitativamente los beneficios y las cargas sociales entre los miembros de una sociedad. Esto es, que la equidad no es la igualdad matemática. Pues por sentido común se debe atender más a los que más necesitan. Y pedir más a los que más pueden o tienen. Por ello la equidad es una exigencia constante de los pueblos para sus gobernantes. Circunstancia que vemos de manera frecuente a la hora de los juegos o de la comida entre los menores.

Y en el último campo de la justicia de la moralidad, encontramos los deberes de la solidaridad. Lo que se debe entender como la inclinación a ayudar a todo aquel miembro de la sociedad que lo requiera. Lo que debe ser reconocido en cualquier sociedad, porque forma parte de la ayuda entre los iguales. No porque se esté obligado, sino por el sentimiento común de pertenencia. Sobre todo cuando se está sano, se tiene, y existe esa calidad para ayudar.

Cierto estoy que hemos escuchado que se debe ayudar al prójimo, en nuestro hogar, en la religión al decir ama a tu prójimo como a ti mismo, en legislaciones con cultura democrática al relacionar la Libertad, Igualdad y Fraternidad. O en las costumbres de algunos pueblos, en el que sugieren atender al visitante. De donde surge la pregunta: ¿Y quién es nuestro prójimo? A lo que el sentido común, nos debe llevar a responder que es todo aquel que pasa a nuestro lado y es a ellos a quienes hay que atender.

Aunque existen muchos ejemplos sociales que se oponen a los conceptos anteriores como la ayuda en la guerra, o cuando subsiste la esclavitud. O con los jacobinos y comunistas que sacrificaron los derechos del hombre al referir los intereses del Estado. Esto lo justifico no como un error, sino como la interpretación propia del momento y la circunstancia.

Esto no implica dos o más tipos de moral, sino las aberraciones teóricas que reprimen el sentido común de la moral. Pues pese a estas interpretaciones, se observan los sentimientos humanitarios, que muestran la capacidad humana para colocarse en la posición del otro. De ello hay ejemplos que permiten honran a la humanidad.

Por ello los deberes de justicia y solidaridad, tienen un reconocimiento prácticamente universal. Pues se sustentan en la aplicación de los derechos humanos. Que numéricamente implican la aplicación de la moral. Razón por la que no se cuantifica a la moral o se señala como relativa. Al no existir variables que se lo permitan. Pero lo que sí, es que casi toda la humanidad apoya a la moral. Permitiéndome reafirmar la validez de la frase con la que siempre termino. Dar de sí, antes de pensar en sí.

Porelplacerdeservir@hotmail.com

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