Escrito por: Andrés María Ramírez

La producción de alimentos es una preocupación actual y constante en la mayor parte de los países del mundo, especialmente de aquellos denominados en desarrollo y por la circunstancia del llamado cambio climático. En ello radica la importancia de la presente nota, sobre la temática Panorama general sobre las sociedades rurales y agricultura en el siglo XXI, del libro Hacia una reflexión decolonial de la alimentación en el Occidente de México, una obra coordinada por Claudia Magaña y Yanga Villagómez, investigadores de la Universidad de Guadalajara y El Colegio de Michoacán, respectivamente.

Sobre el libro…

En “Transitando desde la vulnerabilidad a la soberanía alimentaria”, Isabel Cristina Marín Arriola recuerda como en el Sur de Jalisco se pasó de sistemas de producción tradicionales de maíz a una agricultura de producción que ha coadyuvado al abandono del campo por los jóvenes y al arrendamiento de las tierras por los adultos mayores, y mira un escenario escabroso para transitar de la vulnerabilidad en que se encuentran las comunidades, a la soberanía alimentaria.

Antes de la llegada del aguacate a los campos agrícolas, en la región había mucha producción de frutas y carnes (suficiencia), pero también, se observaban signos clínicos de desnutrición crónica en niños (bajitos de estatura y con manchas en la piel); ya con el cultivo del aguacate (en los años noventa) se da el cambio de uso de suelo de bosque a monocultivo de aguacate y ahora los niños presentan, además de desnutrición crónica, sobrepeso y obesidad, ya que su alimentación está altamente influenciada por alimentos industrializados debido a que los hogares los prefieren y seleccionan ante crisis económicas y de valores; también se observan problemas sociales profundos y encubiertos, como lo son: alcoholismo, violencia familiar y alta tendencia a la dependencia de los programas oficiales de beneficio social.

De allí la autora se plantea la pregunta: ¿cómo transitar más eficientemente de la vulnerabilidad a la soberanía en medio de las condiciones socioeconómicas, climáticas y de aumento poblacional en que estamos inmersos?

Enseguida, en “Seguridad alimentaria en Jalisco: experiencias del campo y la ciudad”, Everardo Pérez Cárdenas narra cómo en procesos de intervención planeada, la denominada “población beneficiaria” hace y deshace, cuestiona y acepta, las prácticas innovadoras y el conocimiento técnico que los agentes de cambio (dependencias de gobierno, organizaciones de la sociedad civil, académicos y promotores locales) les llevan, y describe varias experiencias de ello, coincidiendo ello con lo que dice Norman Long, sobre las prácticas organizativas de los actores locales.

Por ejemplo, en la comunidad Los Ortega, en un proyecto para construir corrales para pollos; los beneficiarios aprovecharon los materiales para otras obras, como poner piso, bardas, etc. menos corrales para pollos; ¡pa´ lo que nos van a durar los pollos! Y encontró que las dinámicas locales se imponen y reconfiguran los procesos de intervención planeada; contrariamente, en la comunidad Ayotitlán, en un proyecto sobre huertos familiares con mujeres, se observó un ejercicio de trastocamiento mutuo: ellas enseñaron, al equipo a dejar de lado los prejuicios aprendidos y construidos por experiencias previas sobre el papel de «los beneficiarios».

En seguida, Fatima Ezzahara Housni, Claudia Rocío Magaña González, Claudia Llanes Cañedo y Humberto Bracamontes Del Toro presentan “La nueva agricultura en Jalisco: Producción con sabor amargo”. Describen una agricultura productivista originada desde una Revolución Verde que debía producir los alimentos suficientes para quitar el hambre en el mundo, pero que no lo ha logrado hasta nuestros días, pero sí es el origen de graves daños al ambiente y a las economías de los países en desarrollo, principalmente por el sometimiento del Estado al capital de las transnacionales de alimentos, que ha descapitalizado a los pequeños productores, campesinos e indígenas, alejándolos cada vez más de una utópica soberanía alimentaria y despojarlos de sus tierras, por el abandono o el rentismo de las mismas; aún hoy en día existen científicos de las distintas ramas del conocimiento, políticos y economistas que ponderan las “bondades” de esa Revolución Verde agrícola.

Finalmente, en “Breve historia del PESA en México, 2003-2010”, el Mtro. Everardo Pérez Cárdenas describe brevemente la historia del “Proyecto Estratégico para la Seguridad Alimentaria” (PESA-FAO), que en México se ha implementado durante los gobiernos neoliberales desde Ernesto Zedillo hasta el de Peña Nieto. En una primera fase se buscó erradicar la poca disponibilidad de alimentos y su bajo consumo en comunidades marginadas, a través de mejorar el manejo y aprovechamiento de los recursos hídricos, mejorar los suelos y cubierta vegetal, intensificar la producción, crear mercados y sistemas financieros microrregionales, y, sobre todo, mejorar la nutrición de los habitantes de las comunidades rurales marginadas. En una segunda Fase se buscó erradicar el abandono en que se tiene a las comunidades rurales marginadas, por ende, la falta de asistencia técnica para impulsar la organización interna de los habitantes y las precarias condiciones de los servicios de extensionismo rural que se prestan en dichas comunidades.

Como resultado se observó que, entre las comunidades beneficiarias, las formas de percepción, significación y apropiación de las problemáticas del territorio por parte de las poblaciones son divergentes (de cooperación o conflicto, de participación o apatía, de legitimidad o descrédito).

Si se pretende que como sociedad aspiremos a una Soberanía Alimentaria, debemos aprender de las experiencias que nos deja la lectura de este libro, el cual, a propósito de todo, será presentado el 28 de enero a las 13:00 horas en El Colegio de Tlaxcala, AC.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here