De nueva cuenta se está cumpliendo la fecha y muy pronto en Tlaxcala estaremos de fiesta con la llegada del tradicional carnaval. Somos fiesteros por tradición, pues cada semana se puede encontrar alguna celebración, cada poblado festeja a un santo patrón lo que da lugar a los tradicionales moles que reciben a una importante cantidad de visitantes que también acuden a la feria del lugar o los bailes que se llegan a organizar.

Existen ferias en Tlaxcala que trascienden las fronteras del estado y llegan a cobrar relevancia nacional, tal es el caso de la feria de la capital y la de Huamantla, mismas que son un escaparate de costumbres de muy diversa índole, desde comida, bebidas, pasando por el campo, la ganadería, entre otras muchas vertientes.

Pero si hay un festejo que reúne a muchas regiones del estado, ese es el carnaval, en muchos municipios y rincones de nuestro estado hay una variedad de expresiones de este tipo, cuya característica es el color que le ponen a su vestimenta, así como los disfraces que también son de muy diversos tipos y formas.

Es tal la riqueza de estas festividades que pueden ser sujetas de amplios estudios, solo para tratar de diseccionar una parte de ellas, pues no es algo improvisado, contiene elementos cuyo origen podemos encontrar desde la época prehispánica y colonial.

El carnaval de Tlaxcala está enriquecido con muchos rasgos distintivos de una serie de culturas ya que ancestralmente era una costumbre realizar rituales a dioses prehispánicos en los que se incluía la danza con todo y máscaras.

Estos bailes eran de agradecimiento muy aparejados con la siembra y la cosecha, todo un culto a la fertilidad, según podemos leer en el trabajo Los Símbolos del Carnaval en Tlaxcala, de María Elizabeth Alejandrina Domínguez Ángel.

Hay registros de que se reunían grupos de personas, de dos en dos o de tres personas, en el que todos bailaban al unísono, con flores en las manos y ataviados con plumajes, al son del tambor y del teponaztli, también cantaban.

Igual de trascendentes eran estos cantos y bailes en la época de guerra, según informa este mismo documento, en el que era importante demostrar el poder a los contrincantes, haciendo sonar caracoles y tambores. Llama la atención un fragmento del cronista Bernal Díaz del Castillo, en el que describe el sacrificio de los españoles capturados: “… las caras desollaban, y las adobaron después como cuero de guantes, y con su barbas las guardaban para hacer fiestas con ellas cuando hacían borracheras, y se comían las carnes con chilmole…”.

¿Acaso será este el antecedente directo de las actuales máscaras de carnaval, cuyos rasgos son los del rostro de un hombre europeo? La similitud es un tanto escalofriante.

La consecución de estos eventos tomó relevancia durante la colonia, datos que son por lo más conocidos, como que la población hacía burla de las fiestas que tenían los hacendados extranjeros, por eso la exagerada ornamentación de su vestimenta y las máscaras.

Como podemos darnos cuenta, el origen del carnaval es ancestral, aún más allá de la colonia, aunque sin duda, el encuentro de ambas culturas fue determinante para la modificación que sufrió y que ha subsistido hasta nuestros días amoldándose a los cambios de la vida actual, ya sea en la vestimenta o en la música.

A 500 años

En esta ocasión, el carnaval de Tlaxcala se encuentra dentro de las actividades del festejo de los 500 años del encuentro de dos culturas, que el gobierno del estado celebrará en este año con bombo y platillo para mostrar la riqueza histórica y cultural del estado, además de consolidarlo como un destino turístico.

Comenta: malo_en@hotmail.com 

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