Por: Araceli Corona
Foto: Especial/Síntesis
El pronóstico médico para Toribio Cuapio, un inmigrante mexicano de 63 años originario de San Francisco Tetlanohcan era devastador, a sus familiares no les daban esperanza de vida tras seis semanas de estar internado y conectado a un respirador artificial y haber recibido dos operaciones para salvarle la vida, pero el milagro ocurrió y Dios le dio una segunda oportunidad, “¡volví a nacer otra vez!, Dios me dio una segunda oportunidad, me dijo que no era el momento”, relató para Síntesis
Este connacional que partió de Tlaxcala hace 18 años y se fue de mojado a Nueva York con el único objetivo de ofrecer a su familia una mejor calidad de vida, nunca se imaginó que viviría una experiencia tan difícil en su salud, pero al mismo tiempo con recuerdos que pocos tienen el privilegio de contar, pues asegura que llegó al “Paraíso”.
“Hablé con Dios”
Recuerda que caminó demasiado, “fui a una parte donde hablé con Dios nuestro señor, vi a la finada de mi mamá, en un lugar que decía en un letrero grande ‘Bienvenido al Paraíso’, ahí vi todo muy bonito, ahí llegan todos, yo hablé con Dios con Jesucristo y él me dijo que no era el momento de estar ahí”
Este tlaxcalteca se estuvo debatiendo entre la vida y la muerte por 83 días, en Yale New Haven Hospital, Coneccticut, donde vive su hija Ari Sandoval que recién le había celebrado su cumpleaños y que fue la persona que lo ingresó al nosocomio el pasado 21 de marzo porque su salud empeoraba (tenía tos fuerte y gripa), pero no presentaba los síntomas del coronavirus o Covid-19 que en ese momento se agudizó en Estados Unidos. El día que ingresó al hospital le dijeron a su hija (la única que vive más cerca) que tenía los pulmones destrozados, aunque él nunca ha fumado, simplemente el virus Covid-19 le invadió esa parte del cuerpo y eso fue confirmado seis horas después al dar positivo, desde entonces los familiares solo recibían información vía telefónica pero todo era desalentador porque no había mejoría y “no sabíamos si lo volveríamos a ver”, relata Ari, quien le tuvo que informar a su familia en México y a su hermano Rodrigo que vive con su familia en Texas.
Malas noticias
Desde entonces, su papá perdió la noción de todo y ellos estaban preocupados, tristes y sin poder hacer más que oración, tras la confirmación de que había dado positivo al virus que ya había invadido al mundo y que a la fecha no existe medicamento ni vacunas, por lo que solo “tratarían de mantenerlo estable”.
Fueron siete semanas en las que la información era la misma, que estaba conectado pero sin reaccionar y que sus pulmones de acuerdo a las radiografías cada día estaban peor, “llegó un día en que me dijeron que los dos pulmones ya no funcionaban, que estaban completamente infectados por el virus y que no podían hacer más porque no había medicamento, insistieron, ya le hemos dado el medicamento posible, pero no le ayuda en nada y me pidieron que lo desconectara porque llevaba una vida artificial, le dará un paro cardiaco y ya no lo podrá ver”, relata Ari.
Tras esta angustia, la familia se encontraba devastada e impotente, pero determinaron ponerlo en las manos de Dios. En el país del norte como aquí en México, a los pacientes que no tienen mejoría y están visiblemente desahuciados, reciben el apoyo psicológico de diferentes organizaciones y para ellos, no fue la excepción, pues también acudiría un sacerdote.
Simplemente despertó
Cuando todo estaba perdido, los médicos de don Toribio quedaron atónitos al ver que simplemente despertó, recibió otra operación en la que los tubos ahora estaban no solo en el respirador artificial sino también en el estómago, “su papá despertó, está mejorando, no existe una explicación pero está mejor”, le dijo personal del hospital a su hija.
La familia nos comparte que desde que él se puso mal se unieron diariamente en oración, y no perdieron la fe, y la prueba es que su papá había reaccionado y superado la enfermedad, situación que agradecen a Dios pues a él le dieron de alta el pasado once de junio.
Don Toribio asegura que volvió a nacer, y los dolores por lo que se pasó eran muy fuertes que en ese momento deseaba ya morir, sin embargo, agradece a todos sus familiares por las plegarias y por lo que todavía tiene que hacer en esta vida terrenal, como regresar a su natal Tlaxcala, para cumplir con varias promesas, dentro ellas, casar a sus hijos y estar nuevamente con sus seis hijos, tres hombres y tres mujeres, 16 nietos y tres bisnietos.
Agradece a Dios
Él se considera afortunado e insiste una y otra vez en agradecerle a Dios todos estos años en Nueva York, donde día a día encuentra trabajo de los que puede para enviar los dólares a su familia, sin importar los sinsabores que ha tenido que sortear.
Algunas veces trabaja en la construcción, otras más en jardines, o quitando nieve, lo importante es trabajar, ahorrar y sobrevivir en un mundo ajeno, sin desamparar a la familia.
Esta familia les dice a los tlaxcaltecas que se den cuenta que esta enfermedad es muy desgarradora y que la incredulidad que tienen muchos sobre este virus, podría llevar a más personas a perder la vida.
El mensaje que nos deja esta familia es que una oración no es solo capaz de cambiar una mala situación, también es capaz de cambiar vidas, como a ellos les ocurrió.