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La otra cara de la educación en tiempos de pandemia

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Opinión

 Luis Manuel Vázquez Morales

El tema de la educación ha sido recurrente en los últimos ocho meses. En diferentes medios, en voz de los actores y las autoridades, se ha dicho que el maestro es insustituible en el proceso educativo y se exalta su labor de adecuación de espacios y actividades para cumplir con el proceso de enseñanza-aprendizaje de los alumnos. También se habla del acompañamiento que realizan los padres de familia en los hogares mientras se trabaja con el programa Aprende en Casa II. Así mismo, se han desnudado una serie de problemáticas familiares, económicas y sociales, que impiden que la educación llegue a todos los mexicanos.

El discurso parece ideal, alumnos y maestros se encuentran trabajando en sus casas con la premisa de salvaguardar su salud. Existen los medios y los recursos para que todos y cada uno de los integrantes de la comunidad educativa cumpla con su rol.

El ciclo escolar ha avanzado, están por entregarse las primeras evaluaciones en educación básica con resultados que van más allá de lo que los alumnos están aprendiendo. En realidad, los parámetros que se están utilizando para evaluar la educación a distancia no se corresponden con la forma en la que se está trabajando. Los alumnos se muestran preocupados y viven con el estrés de entregar las actividades y evidencias a pesar de que no están aprendiendo.

Se han mostrado muchas facetas de lo que se hace en la distancia; experiencias exitosas, estrategias que demuestran que los docentes están buscando las formas y los medios para acercarse a sus alumnos, con más vocación que recursos, pero están dispuestos a ofrecer una educación de calidad. Los hay de todos tipos, quienes se conectan, quienes visitan a los alumnos en sus hogares, quienes diseñan y preparan materiales de acuerdo con las necesidades de los niños y jóvenes. Ante esto, los padres de familia, que en su momento criticaron y cuestionaron la labor de los maestros, ahora que conocen como se trabaja, entienden lo que es enseñar. Lo anterior es una de las facetas de la educación en tiempos de pandemia. ¿Cuál es la otra?

La respuesta a esta pregunta se puede responder con otra pregunta, y así de pregunta en pregunta, puede ser que no haya respuesta a las interrogantes que surgen en torno al desempeño de los docentes. Un sector de la sociedad levanta la voz para exponer que sus hijos no están siendo atendidos de la mejor manera, incluso, que no han tenido comunicación con los maestros desde el inicio del ciclo escolar.

A pesar de que existe una gama de recursos para apoyar a los alumnos, docentes y padres de familia, plataformas y programas libres, sitios especializados, recursos digitales, canales de YouTube, los libros de texto en la página de la CONALITEG, el tan criticado Aprende en Casa II y diferentes opciones que se ofrecen, además de las distintas capacitaciones que se han implementado para fortalecer el proceso de enseñanza-aprendizaje de los alumnos, un buen número de maestros de educación básica y de otros niveles, no está trabajando.

Puede parecer un discurso trillado, pero la realidad es que se esta dejando de atender a muchos alumnos; si con la pandemia la calidad de la educación se ha puesto en duda, qué está pasando con la desatención en la que se encuentran los estudiantes.

Para qué revisar las estadísticas de trabajo que emiten las escuelas, en donde es muy evidente que los maestros no están trabajando, cuando los padres de familia informan y se quejan de que no se han comunicado con sus hijos, entonces, con qué o cómo los van a evaluar. El impacto va más lejos, las distintas figuras educativas no están cumpliendo con su labor, ya que a expensas de que se tiene tiempo, se dedican a realizar otras actividades y desatienden sus obligaciones.

Tal es la desatención de los maestros, que no han cumplido con los requerimientos administrativos propios del inicio del ciclo escolar y las autoridades, que en otro momento pudiesen actuar ante las instancias de la Secretaría de Educación Pública, no lo hacen.

Analizando el desempeño de los maestros en diferentes escuelas, es evidente que no hacen uso de los distintos recursos que se han brindado de manera institucional, mucho menos hacen el esfuerzo por tener una labor adecuada con las circunstancias. Uno de los argumentos es que los padres, al no tener recursos, difícilmente podrán tener acceso a las plataformas. En parte es cierto, pero ellos, con la intención de que sus hijos accedan a la educación se esfuerzan por tener datos en su teléfono, comprar una computadora, contratar internet, y en el último de los casos, pagan en un café internet.

Así como hay docentes que no se conectan, hay quienes apenas se lo hacen unos minutos para orientar, cuando las indicaciones de las autoridades educativas son atender a los alumnos de manera pertinente. Si estando cinco horas en la escuela no se aprende, mucho menos en 15-20 minutos. Aun así, sienten que están cumpliendo.

La problemática se acentúa cuando se informa de qué manera se esta trabajando y sin tapujos, se muestra que, en una escuela de diez maestros, únicamente uno utiliza las plataformas virtuales, se conforman con el uso de WhatsApp; si no hacen uso del correo electrónico personal, mucho menos del institucional que se habilitó desde los pasados meses de mayo y junio.

El cierto, el servicio de telefonía móvil se ha encarecido, las computadoras están escasas y con precios elevados, pero, como se ha mencionado, existen tal cantidad de recursos que es imposible creer que no se atienda a los alumnos.

Las necesidades educativas de los alumnos de primer y segundo que se encuentran en pleno proceso de adquisición de la lecto-escritura, son muy altas, si no se les atiende de manera adecuada, difícilmente lo harán en la distancia. Es sabido que este proceso se debe lograr en segundo grado, ya que, si no se hace en este momento, las repercusiones impactan hasta la educación superior donde los alumnos difícilmente logran leer, comprender un texto y expresar sus ideas Podrá hacerse una revisión de todo lo que requieren los alumnos en todos los grados y niveles de educación, pero solo se quedará en el discurso.

Se hace un llamado a la prudencia para que los actores de la educación cobren conciencia de la importancia de su labor, que se haga un esfuerzo para cumplir con el compromiso social de la educación, que es formar a los niños y jóvenes con una educación integral.

Los maestros son los que les dan forma y sentido a todas las profesiones, son los que forman y los que ocupan un lugar insustituible para la sociedad. Hay que resignificar a la educación en tiempos de pandemia, si así son un blanco fácil para las críticas, con justa razón se les cuestiona su labor.

México posee una tradición educativa milenaria que han legado las culturas mesoamericanas, se complementó con los modelos europeos que se implementaron para educar a los indígenas. México cuenta con la primera universidad en el continente americano, durante la época colonial existieron tal cantidad de colegios e instituciones de educación que lograron avances.

De Valentín Gómez Farías a Benito Juárez, de Maximiliano de Habsburgo a Porfirio Díaz y de Justo Sierra a José Vasconcelos, se lograron grandes avances en la educación, mismos que son la piedra angular de la educación actual. Benito Juárez resignificó la figura del maestro y Porfirio Díaz la consolidó con la creación del Escuela Normal Superior; Maximiliano quería una educación de gran cobertura y José Vasconcelos llevó una educación para todos los mexicanos.

Para don Porfirio Díaz los problemas que afectaban a México se debían precisamente a la falta de educación. La pregunta es, ¿qué está pasando actualmente con la educación nacional? No hay que dejar que se pierda la tradición educativa en plena pandemia, hay que resignificarla. Solo los maestros podemos hacerlo.

luis_clio@hotmail.com

@LuisVazquezCar

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