“… México, sin calificar… el derecho que tengan las naciones…
para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos…”
Doctrina Estrada

El artículo 89 constitucional, en su fracción X, establece las obligaciones del titular del Poder Ejecutivo en materia de política exterior.

Este es el mandato constitucional: “… política exterior… el titular del Poder Ejecutivo observará los siguientes principios…: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención… el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales;”.

En el caso de la elección del nuevo presidente de Estados Unidos, los estadounidenses, incluyendo a millones de mexicanas y mexicanos, por origen y por doble nacionalidad, ya determinaron quién será su próximo presidente.

Marcelo Ebrard, tiene claro que se está interviniendo en un asunto que es propio de Estados Unidos, al tomar parte con la posición del todavía presidente Donald Trump, de “no reconocer” el triunfo electoral de Joe Biden.

Luego entonces, no se está cumpliendo con el mandato constitucional claramente expresado en el artículo 89 de nuestra Carta Magna.

Más, cuando la misma fracción X del citado artículo constitucional, establece como principio normativo en materia de política exterior “el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz…”.

Trump, no representó ni representa para las y los mexicanos en México y en Estados Unidos, ese respeto, mucho menos protección ni promoción de sus derechos.

No sabemos si Biden vaya a respetar estos derechos. Por lo pronto, si sabemos que Trump, no los respetó. Este solo hecho es suficiente para no respaldar la posición de Trump, como está ocurriendo en los hechos, por lo que de facto, México está teniendo injerencia en un asunto estadounidense.

Este dato no es menor. El día de mañana, quienes defienden y sostienen esta injerencia, cómo van a reaccionar cuando Estados Unidos pretenda inmiscuirse en asuntos nacionales nuestros. Trump intervino múltiples veces. Trump dictó lo que tenía que hacer México con las y los centroamericanos y con países de Centro América, así como con quienes cruzaron e intentaron cruzar nuestra frontera sur, pretendiendo llegar por tierra, a Estados Unidos.

La mañanera del 11 de noviembre de 2020, será referencia obligada en los próximos 4 años. El presidente López Obrador expresó: “… ¿qué miedo se puede tener a que la gente hable?… hace el ridículo quien insulta, quien no se autolimita, así que “¿entonces para qué le apagan? Déjenlo, que la gente decida si le gusta o no le gusta, ¿por qué censurar?”. (jornada.com.mx)

Obviamente, se refería a Trump. Aunque de paso, se refirió a la “… confrontación verbal entre el director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett, y el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, dijo que en su tierra es “normal” que los ríos se desborden y que haya pasión en la política”. (ibid)

También dijo: “… hay tolerancia y respeto a la libertad de expresión de los funcionarios… manifestó su desacuerdo en la censura…”. (ibid)

Lo reiteró: “… somos nosotros bastante tolerantes en cuanto a que se expresen los servidores públicos, prohibido prohibir, que haya polémica, poner por encima de la libertad”. (ibid)

¿Qué miedo se puede tener a que la gente hable?, dice el presidente. Qué bien que lo diga él y que su dicho tenga plena vigencia para con las y los mexicanos.

Solamente que al referirse a Trump, cabe hacer la acotación de que Trump no es cualquier gente. Por lo pronto es y sigue siendo el presidente de Estados Unidos hasta el 19 de enero de 2021.

Lo anterior, no significa que por ese solo hecho, deba transmitirse o no, todo lo que dice. Cada medio de comunicación tiene sus propias pautas de información y en estas pautas se juega su prestigio y credibilidad, ahora más, debido a que cualquier persona puede publicar completo el discurso o el texto en cuestión. Hoy, se puede hacer público, cualquier cosa que los medios de comunicación no hayan publicado.

Así como nadie es el poseedor único de la verdad, tampoco nadie puede denigrar una y otra vez, sin que le implique merma a su credibilidad. A pesar de la cantidad en millones de votos que Trump alcanzó, no le fueron suficientes para reelegirse y parte fundamental de esa imposibilidad, no fue Biden, fue el desprestigio e incredulidad que fue ganando Trump a lo largo de su mandato. Ganó Biden, sí. Pero más que ganar Biden, perdió Trump. Esta fue la voluntad, la intención expresada en los votos a favor de Biden: que no se reeligiera Trump.

José Miguel C. Núñez Núñez

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