Este 24 de junio se conmemora el Día del Socorrista, momento ideal para reconocer la labor que realizan estas personas que entregan su vida al servicio de la población que sufre accidentes o pasan por desastres naturales.
En este sentido, Verónica Ruiz Cortés, coordinadora local del área de Socorros en la Delegación Huamantla de la Cruz Roja Mexicana ha dedicado catorce años de su vida a esta actividad.
Relató que entre los factores que la llevaron a formar parte de la Cruz Roja, en su momento se encontraron el interés de servir a la gente y de generar atención pre hospitalaria, por lo que estudió la carrera de Técnico en Urgencias Médicas para luego convertirse en voluntaria.
“Soy técnico en urgencias médicas y lo que me llamó la atención fue el distinguir el área pre hospitalaria a la hospitalaria, la verdad que se vive mucha adrenalina y decidí quedarme en esto”.
Experiencias que marcan la vida
Dentro de sus mayores deseos al servir en algún accidente, Verónica mencionó que lo esperado y más deseado por ella y el equipo que comanda es evitar los decesos, que la atención sea fácil y no se les dificulte.
“Porque a veces lo que nos atora en atenderlos de inmediato es que están prensados (en un automóvil). Entonces cuando salgo pienso en eso, que no tengamos dificultades en un accidente, que sean cosas menores”.
Dentro de sus actividades se encuentra el manejar la ambulancia, por lo que también refirió la socorrista de la Cruz Roja que en sus hombros recae una gran responsabilidad, primero para cuidar a sus compañeros durante el trayecto hacía un accidente, durante la atención a los sucesos y de regreso a su central.
Sin cuantificar los eventos atendidos en sus casi catorce años de servicio, Verónica Ruiz Cortés, mencionó que le han tocado casos fuertes por atender, “es una experiencia muy larga como para tener una cifra de cuántos he atendido”.
No siempre se encuentra el éxito
Tristeza es lo que pasa por la mente de los socorristas al perder a un paciente pre hospitalario, pues son personas que sientes, gozan con los éxitos pero también sufren con las bajas durante su servicio.
Para la socorrista oriunda de Huamantla, el peor sentimiento de tristeza es perder a un paciente pediátrico, “es lo que más me dobla, el encontrar un pediátrico sin signos vitales, en esos momento no sé…”.
Pero no todo es malo, pues también existen historias positivas con desenlaces alentadores, esos que hacen a los socorristas levantarse a diario y prepararse para los peores escenarios y salir victoriosos de ellos, con pacientes estables, con vida, lo que califican dentro de sus principales objetivos.
“En lo personal, la enseñanza es de mis mayores satisfacciones, enseñarle a las nuevas generaciones es algo que me satisface, el contarles mis experiencias a quienes vienen a aprender”.
La gente sí es agradecida y lo demuestra
Al tener contacto directo con heridos niños, niñas, jóvenes, hombres y mujeres, estos muestran en muchas ocasiones su gratitud, la grado de buscar a los socorristas para agradecerles por su entrega, dedicación y ahínco al momento de salvar la vida de quienes se encuentran en peligro.
“Hay familias de personas que sufren accidentes que a la fecha me hablan por teléfono me agradecen todavía. Tengo un mensaje de voz de una niña de cuatro o cinco años donde me agradece, eso me satisface mucho, las personas sí nos buscan para agradecernos”.
Para finalizar, hizo un sentido llamado de conciencia a la población para respetar a las ambulancias en servicio, otorgarles el paso y evitar agresiones, ya que de todos depende que ellos lleguen con bien a sus llamados de emergencia y eso derive en el éxito de sus misiones ante cualquier eventualidad.