En México se considera que un total de 40 millones de personas que son víctimas de dolor crónico; la prevalencia reportada en el país es mayormente en población a partir de los 60 años en los hombres constituye un 41.5 porciento en mujeres.

A pesar de que el dolor es una función vital que opera como una señal de alarma por una lesión o infección del organismo. Sin embargo cuando el dolor es crónico se considera una enfermedad.

De acuerdo con su origen, el dolor se clasifica como dolor nociceptivo (fisiológico), infamatorio (lesión de tejido), neuropático (lesión de nervios) y funcional no hay lesión de tejidos y nervios.

Los dolores crónicos producen alteraciones en la vida diaria, insomnio, cambios en el estado de ánimo, enojo, frustración y como consecuencia algunos trastornos psiquiátricos como: ansiedad y depresión.

Durante el periodo 2015-2020, datos del Inefam señalan que anualmente se gastaron aproximadamente mil 260 millones de pesos anuales en el sector público mexicano para tratar dolor crónico.

Esta cantidad es apenas el tres punto cuatro porciento del gasto total a nivel nacional en medicinas, esto se vuelve peor cuando se considera que dicho gasto público a disminuido.

En la actualidad existen menos de cien clínicas del dolor a nivel nacional, si bien es cierto que la mayoría de las personas a sufrido dolor  en algún punto de su vida y es considerado normal,  a nivel mundial tres de cada cinco personas algún dolor crónico que no les permite llevar su vida de manera cotidiana.

Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas que padecen dolor en algún momento de su existencia y hacer un llamamiento sobre la necesidad de encontrar alivio respecto a esta situación, cada diecisiete de octubre se conmemora el Día Mundial del Dolor.

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