A pesar de que los arcoíris son fenómenos ópticos bastante comunes, ellos se forman a grandes altitudes y debido a la capacidad del ojo humano, esto se capta como una combinación de colores agrupados en el cielo.
Estos fenómenos se presentan de manera regular en forma de arco, pero en últimos tiempos se han incrementado los avistamientos de otro fenómeno menos común el arcoíris de fuego.
Los arcoíris de fuego se presentan cuando los rayos de luz se reflejan sobre las nubes y a diferencia de los que tienen forma de arco tienen una duración mayor, ya que su composición necesita varios factores naturales y condiciones poco habituales.
Cuando se habla del arcoíris de fuego desde el punto de vista científico se le conoce como arco circunhorizontal; traducible a que es horizontal a la superficie terrestre, cuando se avista se proyectan espacios de luz que forman una pequeña franja.
Para que un arcoíris de fuego se forme se requiere que los cristales de hielo que contienen las nubes cirro estén organizados en gruesas placas con una vista paralela al suelo. El sol debe estar en un punto alto y en ángulo mayor a 58 grados.
Contrario a las creencias populares este no representa ningún peligro, solo es resultado de una combustión atmosférica, por lo que su avistamiento no representa ningún riesgo.
El año pasado durante el mes de enero este fenómeno fue visible al mismo tiempo que las nubes lenticulares en CDMX y sus habitantes aprovecharon y difundieron imágenes del evento en edificaciones como la Torre Latinoamericana.
Para conmemorar este tipo de fenómenos y los más ”comunes” cada tres de abril se conmemora el Día Mundial del Arcoíris.