Desde antes de la conquista española, el vampiro era una figura mitológica existente en México. El más conocido durante la época prehispánica fue Camazotz, un dios presente en distintas culturas mesoamericanas, entre ellas la maya, la zapoteca y la mixteca.
Camazotz tiene su historia de origen, siendo el ángel que bajó a decapitar los primeros hombres hechos de madera por Quetzalcóatl. El dios murciélago, hasta hoy, conserva una fuerte asociación con la noche, la muerte y la enfermedad.
Sin embargo, México no es el único país que cuenta con criaturas hombre, mitad murciélago dentro de su mitología. Su existencia según los estudiosos en el tema, se asume gracias a especies como los murciélagos gigantes que coexistieron con las civilizaciones antiguas.
Tras la conquista española, muchos de sus dioses se convirtieron en criaturas mitológicas, que de ser adorados y respetados; pasaron a ser sujetos que debían ser cazados y exterminados.
La figura más conocida en territorio mexicano fue el vampiro de Belém en Guadalajara, quien, durante el siglo XIX. era un “caballero europeo” que compró una mansión. Las sospechas de la población se despertaron porque tenía pocos sirvientes y nunca se le vio en espacios públicos. A esto se le sumó el hecho de que el ganado comenzó a aparecer muerto, por lo que lo cazaron clavándole una estaca al corazón, su tumba aún se puede visitar.
El vampiro es una figura mítica, que sobrevive hasta la actualidad en prácticamente cualquier cultura y rincón del mundo. Uno de los más famosos es Drácula también conocido como Nosferatu, creado por Bram Stoker.
Lo que más suele sorprender de este personaje es que su historia está basada en una figura histórica real el príncipe Vlad III de Valaquia conocido por empalar a sus enemigos, y cuyo número de víctimas se calcula en las 100 mil.
El mito de este vampiro sobrevive gracias a la inspiración que representa dentro del mundo literario y cinematográfico, al punto de que cada 26 de mayo se conmemora el Día Mundial de Drácula.