Londres.- El gobierno británico adoptó desde finales de la década de 1980 medidas radicales para acabar con la conducta antisocial y violenta en los estadios de futbol conocida a nivel mundial como “hooliganismo”.
La medida más radical que ha aplicado Inglaterra fue que un partido se jugó en un estadio sin público en 2014, durante un encuentro entre el Manchester City y el CSKA Moscú.
La decisión fue tomada debido al comportamiento ofensivo y cantos racistas de los seguidores de ambos bandos.
El coautor del libro “Cazando a los hooligans” (Hunting the Hooligans), Mike Layton, quien durante 40 años perteneció a un equipo policiaco para infiltrarlos, no está muy convencido de los estadios vacíos.
“Puede ser una opción para los peores escenarios, pero eso castiga a una mayoría que sí se comporta bien”, señaló.
Durante décadas los “hooligans” ingleses hicieron destrozos en estadios, vandalizaron bares y “pubs” y propinaron palizas a sus contrincantes en escenas que dieron la vuelta al mundo.
Las escenas de violencia de los hooligans británicos recuerdan las del fin de semana pasado cuando aficionados del River Plate apedrearon el camión de los jugadores de Boca Juniors en Buenos Aires, Argentina.
La conducta violenta de seguidores ingleses alcanzó su punto más alto durante la tragedia de Heysel de 1985, cuando seguidores del club Liverpool se abalanzaron contra los del equipo Juventus, ocasionando la muerte de 39 personas, la mayoría seguidores del club italiano.
El Acta de Espectadores de Futbol de 1989 bajo la primera ministra Margaret Thatcher fue el principio del fín del “hooliganismo” en los estadios de futbol nacionales.
Entre las medidas que han sido adoptadas figuran el prohibir la entrada a hinchas violentos y retirar pasaportes para que no asistan a partidos internacionales.
La Ley de Espectadores de 1989 prohibió a hooligans sentenciados a asistir a partidos internacionales, pero el Acta del Disturbios de Futbol de 2000 abolió la distinción entre partidos locales y extranjeros.
Las órdenes de prohibición tienen una fecha de expiración y son regularmente revisadas por las autoridades policíacas.
De acuerdo con información oficial del Ministerio del Interior -la más reciente de 2011- señala que 92 por ciento de los individuos cuyas órdenes ya han expirado desde 2000 y reevaluadas por la policía, han concluido que los sujetos ya no representan un riesgo.
Por ejemplo en 2016, antes de la Eurocopa en Francia la policía escribió cartas a mil 927 personas -de una «lista negra» por causar disturbios en los estadios de futbol- para ordenarles que entregaran su documento de viaje.
Y lo mismo sucedió para la Copa Mundial Rusia 2018 cuando la policía retiró los pasaportes de mil 250 “hooligans” para evitar disturbios y destrozos.
La Asociación de Futbol de Inglaterra (FA) considera que la introducción de pases para toda la temporada ha contribuido a acabar con el “hooliganismo”.
“La mayoría de los clubes de la Liga Premier tienen casa llena y la mayoría de sus seguidores tienen un derecho de apartado para la temporada. Los clubes prohíben el retorno a quien sea arrestado o expulsado del estadio y los seguidores no se comportan mal, ya que corren el riesgo de perder su pase”, señala la FA.
Por primera vez en junio de 2017, la FA prohibió de por vida la entrada a los estadios a dos simpatizantes de futbol por su mala conducta y su estado de ebriedad durante un partido amistoso Inglaterra-Alemania.
La penalización más alta había sido hasta entonces de cinco años, de acuerdo con el diario británico The Telegraph.
Otras medidas introducidas son mayor seguridad en los estadios, donde los aficionados deben llegar con anticipación para pasar las medida de control como los rayos equis y no introducir líquidos, tal y como sucede en los aeropuertos.
Además, está prohibida la introducción de bebidas alcohólicas a las gradas y sólo se puede beber en áreas asignadas afuera de las gradas.
El “hooliganismo” fue acuñado por la policía y la prensa sensacionalista en 1894 para referirse a riñas entre pandillas rivales, una de ellas conocida como “Los chicos Hooligans” (The Hooligan Boys) que atacaban a policías, rivales y civiles inocentes en el sureste de Londres.
La conducta antisocial que manchó la imagen de Inglaterra en torneos de futbol durante décadas no es un fenómeno local y se ha expandido a otros países de Europa, en particular Rusia, donde las agresiones de aficionados del futbol están muchas veces asociados a la ultraderecha y al neonazismo.
En las décadas de 1960 y 1970, la conducta antisocial se restringía a los estadios de futbol, pero de manera gradual la violencia se empieza a extender a bares y otras zonas de reunión de seguidores del balompié.