España celebrará este domingo sus cuartas elecciones generales en cuatro años, y las segundas en 2019, en un ambiente marcado por la desconfianza del electorado y una renovada apuesta por el independentismo en Cataluña, que ha impulsado a la ultraderecha.

Las últimas encuestas publicadas en los medios de España dan indicios de que habrá un final cerrado entre los bloques de derecha e izquierda, lo que deja entrever que la votación del domingo, que se produce en un ambiente fragmentado y polarizado, no ayudará a disipar el estancamiento político del país.

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), al que pertenece el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, parece encaminado a volver a obtener la mayor cantidad de escaños en el Parlamento, pero menos de los que logró en abril, cuando no obtuvo el apoyo de sus rivales de la izquierda para mantenerse en el poder.

Sánchez es uno de los cinco aspirantes a la presidencia del gobierno. En los últimos días, ha tratado de convencer tanto a los indecisos como a los votantes de centro afirmando que su próximo mandato se centrará en cuestiones económicas y que endurecerá su postura sobre el independentismo catalán.

Ha prometido volver a imponer penas de cárcel a quienes celebren referéndums secesionistas ilegales, anulando la postura previa de los socialistas.

Si queremos un gobierno fuerte frente a la precariedad y el bloqueo, si queremos un gobierno progresista frente a la ultraderecha, y un gobierno moderado frente a los extremistas, aquí está el partido socialista para votarlo”, dijo Sánchez ayer viernes, mientras concluía una campaña de ocho días en Barcelona.

La turbulencia ha generado apoyo en el resto de España hacia la oposición de Sánchez: el Partido Popular, de tendencia conservadora, y el ultraderechista Vox, cuyo líder terminó la campaña pidiendo a los votantes respaldar su “alternativa patriótica” para derrocar al mandatario socialista.

Aunque Sánchez logre recabar el apoyo del partido comunista Unidas Podemos y de su nueva escisión, Más País, un gabinete socialista necesitará o bien el respaldo de formaciones regionales más pequeñas o la abstención de la oposición de derechas.

Las últimas encuestas muestran que las dos formaciones de izquierda podrían perder terreno.

El PP, por su parte, se recuperaría tras perder más de la mitad de su representación parlamentaria en abril, cuando sacó apenas 66 diputados. Según las encuestas, los conservadores tendrían un mejor resultado esta vez. Pero las opciones de su candidato, Pablo Casado, de formar gobierno son menores que las de Sánchez, ya que se espera que su aliado natural, la formación de centroderecha, Ciudadanos, no logre un buen resultado.

No podemos dividir esfuerzos, no podemos fragmentar todo el ímpetu de cambio que tiene España”, declaró Casado ante unos 3 mil simpatizantes reunidos para su mitin de cierre de campaña en la plaza de toros de Madrid.

Pero el partido que más se ha beneficiado hasta la fecha de la crisis catalana ha sido Vox, gracias a su mezcla de nacionalismo español y populismo.

Además de pedir la anulación del autogobierno en Cataluña y la ilegalización de los partidos independentistas de la región, Vox reforzó su retórica antiinmigración. Publicó videos electorales en los que relacionó a los migrantes con la delincuencia y celebró mítines en el exterior de albergues para menores no acompañados.