Erik Prince, un importante donante republicano y fundador de la controversial empresa de seguridad Blackwater, fue referido al Departamento del Tesoro de Estados Unidos debido a posibles violaciones a las sanciones a Venezuela relacionadas con su reciente viaje a ese país, donde se reunió con una allegada del dictador Nicolás Maduro, informaron el lunes dos funcionarios del gobierno norteamericano.
No hay indicios de que Prince, hermano de la secretaria de Educación, Betsy DeVos, será sancionado por reunirse el mes pasado en Caracas con la vicepresidenta, Delcy Rodríguez.
Pero el hecho de que la visita haya causado alarma resalta la preocupación de los funcionarios en el gobierno de Trump sobre lo que aparentemente fue un acercamiento diplomático no autorizado con Maduro. Los hechos ocurren justo cuando parece que se diluye el apoyo al líder opositor, Juan Guaidó, al interior de Venezuela, si no es que también en Washington.
Se han revelado pocos detalles sobre el sorpresivo viaje de Prince a Caracas el mes pasado. Pero la simple presencia en Venezuela de un empresario con vínculos tan estrechos a la seguridad nacional de Estados Unidos genera preguntas sobre si viajó al país sudamericano para abrir una vía de comunicación secreta con Maduro a nombre del gobierno del magnate Donald Trump, algo que el Departamento de Estado ha rechazado enérgicamente.
Representa también una especie de cambio de postura para Prince, quien se creía que a principios de año había estado promoviendo un plan para formar un ejército de mercenarios con el fin de derrocar a Maduro.
El objetivo del viaje era reunirse con algunas de las figuras clave en la nación asediada por la crisis, y no para ser emisario del gobierno de Trump, según dijo un testigo que pidió el anonimato.
La fuente dijo que Prince, exmiembro del comando SEAL de la Armada, continúa apoyando el objetivo del gobierno de Trump de destituir a Maduro, pero cree que el Departamento de Estado ha fracasado en su intento por lograr el objetivo y que es necesario intentar nuevas alternativas, las cuales no especificó.
En un comunicado, el abogado de Prince no dio detalles sobre su visita ni de a quién podría haberle notificado su cliente dentro del gobierno federal.
“Antes de viajar a Venezuela como un ciudadano privado, Erik Prince recibió orientación legal clara, que siguió de manera escrupulosa”, dijo Matthew Schwartz en el comunicado.
“No hay nada ilegal en torno a una simple visita a Venezuela y participar en conversaciones no relacionadas con negocios, que fue todo lo que hizo el señor Prince. Estaríamos mejor enfocándonos en medidas que ayuden de hecho a restaurar la paz y la prosperidad en Venezuela, en lugar de estar preocupándonos sobre quién visitó a quién”, agregó.
Un asistente de Guaidó dijo que no hubo ningún encuentro con la oposición, pero no pudo asegurar lo mismo respecto a una pequeña facción de partidos minoritarios que se distanciaron recientemente de Guaidó e iniciaron negociaciones con Maduro, lo que el gobierno de Estados Unidos considera un montaje y un desperdicio de tiempo.
Otra persona cercana a la visita dijo que Prince, durante su cena en casa de Rodríguez a finales de noviembre, pidió la liberación de seis ejecutivos de la compañía Citgo, con sede en Houston, que han permanecido detenidos más de dos años por supuestos cargos de corrupción que, aseguran, son fabricados. Dos semanas después del encuentro, se les concedió arresto domiciliario a los seis acusados, cinco de los cuales poseen la doble nacionalidad venezolana-estadounidense.
No es la primera vez que Prince ha sido acusado de fungir como emisario de Trump. En 2017 se reunió con un funcionario allegado al presidente ruso, Vladimir Putin, en las Islas Seychelles, un archipiélago en África oriental. El reporte del fiscal especial Robert Mueller sobre su investigación de la injerencia electoral de Rusia dijo que el encuentro se organizó con antelación y con el conocimiento de Stephen Bannon, exasesor de la Casa Blanca.
Prince ganó notoriedad después de que en 2007 algunos empleados de Blackwater mataran a balazos a civiles iraquíes en la plaza Nisur de Bagdad durante la guerra de Irak. Después del escándalo, la compañía cambió de nombre y Prince vendió su participación a un fondo de capital privado. Actualmente encabeza un fondo de capital privado enfocado en invertir en mercados emergentes.