El presidente Andrés López y la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, hablaron este miércoles por teléfono sobre la crisis migratoria que azota la región, el tráfico de personas y el respeto a los derechos humanos.
Platicamos con Kamala Harris, vicepresidenta de EE.UU. y encargada de atender el asunto migratorio en Centroamérica. Existe disposición de nuestra parte para sumar voluntades en el combate al tráfico de personas y protección de los derechos humanos, sobre todo de niñas y niños. pic.twitter.com/ZewpM7sm84
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) April 7, 2021
«Platicamos con Kamala Harris, vicepresidenta de EE.UU. y encargada de atender el asunto migratorio en Centroamérica. Existe disposición de nuestra parte para sumar voluntades en el combate al tráfico de personas y protección de los derechos humanos, sobre todo de niñas y niños«, informó el mandatario en Twitter.
El mensaje se acompaña de una imagen en la que López y el canciller Marcelo Ebrard hablan por un teléfono en manos libres.
La región vive una potente ola migratoria hacia Estados Unidos desde la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca, a finales de enero, tras su promesa de llevar a cabo una política migratoria más laxa y ayudar a miles de solicitantes de asilo varados en la frontera mexicana.
Las autoridades estadounidenses detuvieron a 100 mil 441 indocumentados en febrero, frente a los 78 mil 442 de enero. Y se estima que las cifras de marzo sean todavía mayores.
Miles de ellos son migrantes menores de edad no acompañados.
Este 6 de abril, el gobierno de Joe Biden anunció el despliegue de un equipo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, en inglés) para atender «necesidades humanitarias urgentes» en Guatemala, El Salvador y Honduras.
Joe Biden designó a finales de marzo a Kamala Harris como su encargada para frenar la migración desde Centroamérica y coordinarse con El Salvador, Honduras y Guatemala para combatir los problemas de violencia y corrupción que provocan la huida de sus ciudadanos.
Por primera vez y tras un año de pandemia, México anunció a finales de marzo el control terrestre para actividades no esenciales en su frontera sur, alegando que se debía evitar la propagación del coronavirus.