La cápsula endoscópica, semejante al tamaño de una píldora ha revolucionado la medicina al facilitar el estudio de enfermedades del tracto digestivo. «Tras 20 años de sus primeras aplicaciones, se han realizado más de 4 millones de análisis médicos a escala mundial», dijo la médica Clara Luz Martínez, pionera en el uso de este dispositivo en México.

Este pequeño artefacto fue creado por el ingeniero mecánico Israelí Gavriel Iddan, quien formaba parte de un grupo de investigación en electroóptica enfocado a la defensa en su país y trabajaba en un proyecto para desarrollar un microaparato con imagen electroóptica para ser aplicado en misiles miniatura. Durante ese tiempo, conoció a un gastroenterólogo dedicado a la endoscopía, y surgió la idea de aplicar esa tecnología en la exploración del tracto gastrointestinal. Las investigaciones en esa dirección comenzaron en 1981 y los primeros prototipos estuvieron listos en 1994.

Se sumó Paul Swain, gastroenterólogo originario de Nueva Zelanda, y su equipo de expertos, quienes le realizaron mejoras. En 1996 se transmitieron las primeras imágenes logradas en el estómago de un cerdo. Cinco años más tarde se hicieron los primeros estudios en humanos. En 2002, la tecnología llegó a México por primera vez, y a partir de entonces se popularizó su uso.

Esta herramienta vino a cambiar radicalmente el estudio del intestino delgado, una estructura del tracto digestivo difícil de examinar debido a su anatomía (múltiples pliegues y bucles), su longitud (entre seis y siete metros) y su localización (se encuentra entre el esófago, el estómago y el colon), explica Clara Luz Martínez.

La cápsula endoscópica es del tamaño de una píldora analgésica, pesa cuatro gramos y está forrada de un plástico resistente a los fluidos gastrointestinales. Tiene integrada una cámara de video a color y una fuente de luz led. La óptica con la que cuenta le permite visualizar lesiones desde 0.1 milímetro hasta tres centímetros de distancia, magnificando su tamaño hasta ocho veces.

Una vez que el paciente traga la cápsula con agua, ésta avanza por el intestino, por medio de las contracciones que forman parte del proceso de digestión. En el recorrido se obtiene de dos a seis imágenes por segundo. El dispositivo envía los datos recabados a un cinturón colocado en el paciente, que contiene un disco duro que almacena las imágenes transmitidas.

“Después la información grabada se vacía en una computadora; con un software de interpretación se puede dar un diagnóstico”, añadió la especialista en gastroendoscopía.

El estudio dura entre ocho y 10 horas donde su eliminación naturalmente es en la próxima evacuación intestinal.

La utilidad de la cápsula endoscópica se ha centrado en el diagnóstico de pacientes con hemorragia intestinal de origen oscuro, anemia por pérdida de hierro, enfermedad de Crohn y neoplasia. También identifica áreas inflamadas, úlceras, lesiones precancerosas o tumores.

Tras dos décadas de sus primeras aplicaciones, las compañías fabricantes se han multiplicado. Los primeros fueron Given Imaging (ahora Medtronic), de origen israelí, y pronto surgió Olympus, que usa tecnología japonesa; luego apareció MiroCam, ubicada en Corea. Los tres tienen presencia en México, con un costo que ronda 2 mil pesos por artefacto.

En México, pese a que las enfermedades gastrointestinales tienen una alta incidencia en adultos mayores, no hay investigación para desarrollar pronto una cápsula de esta naturaleza.

Hasta ahora, toda la tecnología viene del extranjero, tristemente todavía no tenemos el alcance para crear un dispositivo con estas características, concluyó Martínez.