La muerte como atractivo turístico cobra cada día más importancia en el estado, en donde los fantasmas, espíritus sin descanso, “aparecidos”, muertos que “se suben” y demás se suman a los duendes, los chamanes y brujas para atraer a por lo menos un 10 por ciento del más del millón de visitantes que se espera lleguen este verano a Hidalgo.
Todo comenzó hace una veintena de años, cuando un proyecto de hotel fracasó en la exhacienda de Santa María Regla, pues los huéspedes huían, despavoridos, por la noche y madrugada, después de ser “espantados” por los fantasmas de Pedro Romero de Terreros y de la hija que asesinó en ese lugar.
El hecho capturó la atención de empresarios “visionarios” que buscaron entonces en el segmento de personas que se sienten atraídos por estos fenómenos paranormales e inició un auténtico boom, que hoy en día genera una importante derrama económica.
“No todo el mundo tiene miedo a los espantos; hay quienes quieren vivir la experiencia”, comenta al respecto Luis Felipe Lugo, exdirector de Turismo de Huasca.
En estos años no sólo antiguas haciendas explotan el interés de turistas y visitantes por conocer sitios “raros” con fantasmas y actividad paranormal, sino incluso municipios de la zona montañosa, principalmente, han hecho de “Recorridos Nocturnos”, “Recorridos de Leyendas”, “Recorridos de Terror”, entre otros, un filón turístico que crece y crece.
“Los recorridos se ofrecen al anochecer, con representaciones a cargo de jóvenes actores que escenifican leyendas de terror”, explica a su vez Felipe Cortés Lozada, exdirector de Turismo de Huasca y promotor de recorridos turísticos como el Recorrido del Alfarero.
Un filón turístico que en su momento detectó y ha aprovechado la escritora Cristina Cortés de Herwing, que con su libro “Duendes, con las crines en la mano”, ha impulsado fuertemente el turismo que dirige sus pasos, literalmente, por camionadas, al Museo de Duendes de Huasca.
Aceptan los prestadores de servicios turísticos de este Pueblo Mágico que con los recorridos “de espantos” se ha conseguido además el objetivo primordial: aumentar la pernocta en los hoteles, por quienes no quieren salir a carretera a la medianoche después de conocer historias “de miedo”.
Se calcula tanto en Huasca como en Omitlán y Real del Monte, que por lo menos un 10 por ciento de los turistas y visitantes llegan a estos poblados atraídos por “lo oscuro”, deseosos de recorrer sitios macabros y observar, a través de las escenificaciones, hechos pasados en los que la muerte tiene papel preponderante.