Al menos 59 muertos y más de 500 heridos era el saldo, al momento de escribir esta columna, del asesinato masivo de asistentes a un concierto al aire libre en Las Vegas, cometido presuntamente por Stephen Paddock, de 64 años. Si se confirma que así sucedieron las cosas, sería un nuevo asesinato masivo, de los que ocurren cada tanto.

Escuelas, sitios de trabajo o lugares públicos son los escenarios de las tragedias que, en muchos casos, no tienen un motivo conocido. Normalmente la noticia dura dos o tres días en los titulares. Se dan algunos detalles anecdóticos y circunstanciales que no permiten comprender lo que está ocurriendo. La masacre es un suceso en la prensa y nada más. Así se la presenta y se  la asume. Con el tiempo Hollywood hará una película que tampoco permitirá comprender el fenómeno, con un héroe o heroína y un “malo”. Ganará el héroe o la heroína, perderá el “malo” y todo se enmarcará en escenas sensibleras. El  espectador inteligente se quedará con una sensación de insatisfacción. Ningún guiño, ninguna señal, ninguna pista que lleve a una comprensión del hecho más allá de la explicación del “lobo solitario perturbado mentalmente”. Nada que relacione el crimen con la sociedad de donde proceden el criminal y las víctimas.

Y si bien este tipo de crímenes se dan en diversas partes del mundo, los que ocurren en Estados Unidos, en  el país que se reclama como líder mundial, son una señal de que algo anda mal.

En una sociedad donde abundan las armas y es fácil tener acceso a ellas, matar es fácil y los motivos se pueden rastrear hasta traumas infantiles, pero si el fenómeno se viene repitiendo desde hace años, las causas no pueden ser sólo personales. En una sociedad que propone como metas tener éxito y convertirse en una celebridad es la culminación de una vida, en una sociedad violenta que admira a los que “ganan” y desprecia a los que “pierden”, entendiendo que “ganar” es obtener fama y dinero, no es extraño que algunos hagan de la muerte un espectáculo mediante el asesinato público y masivo. Es la manera en que un “invisible”, alguien que sufre por no poder trascender ese anonimato, llega a la notoriedad-

Se han realizado muchos estudios sobre este tipo de crímenes, pero la pregunta de por qué una persona desea matar a otros seres humanos, tantos como pueda en una suerte de espectáculo macabro, no ha sido respondida.

Pero una reflexión posible es que una sociedad que agota los recursos y contamina el medio ambiente es una sociedad  criminal y suicida.Muchos de los que comenten asesinatos públicos masivos terminan suicidándose,  en la cultura de la muerte el objetivo parece ser sólo matar y morir.

 

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