La salida de Margarita Zavala del PAN, partido en el que había militado durante 33 años, abrió un boquete no sólo en la estructura de ese instituto político sino en lo que comenzaba a perfilarse como la introducción al proceso comicial  de 2018 o sea la madre de todas las elecciones porque están en juego la presidencia de la República y la composición del Congreso de la Unión en momentos en que  partidos y  actores políticos atraviesan por una crisis de credibilidad, así como lo que implica para el PRI mantener la silla presidencial, para el PAN recuperarla y para Morena hacerse por primera vez de dicho asiento.

La renuncia de Zavala al partido que llevó al poder a su esposo, el ex presidente Felipe Calderón,  significa de entrada que sus adeptos más cercanos y otros no tanto podrían imitar  su acción y en una de esas se dé  la desbandada, pero también que personajes de prosapia dentro de las filas del albiazul mantengan su militancia pero dirijan su voto hacia otra dirección.

De acuerdo con el dirigente priista, Enrique Ochoa, con la dimisión de quien fuera primera dama en el sexenio anterior a Ricardo Anaya, el actual líder panista, “se le desmorona el partido entre las manos”, como resultado “de una actitud intolerante” y “poco democrática”.

El presidente del CEN del tricolor fue más lejos al afirmar que su similar blanquiazul enfrenta la consecuencia de portar dos cachuchas: “por un lado, de presidente de un partido político nacional y, por otro lado, la de aspirante a alguna candidatura para el siguiente proceso electoral”.

Observadores políticos entienden que el caso Zavala propició al exterior de su ahora ex partido que el Revolucionario Institucional haya convocado para el 11 de octubre a su Consejo Político Nacional para, entre otros puntos, elegir el método de selección de candidato presidencial y determinar el procedimiento estatutario a fin de postular al candidato a la Presidencia de la República.

En tanto, el cierre de esta columna se esperaba que Margarita Zavala se inscribiera ante el INE como candidata independiente a la máxima magistratura del país, tal como previamente lo hicieron ya María de Jesús Patricio Martínez, vocera del Consejo Indígena de Gobierno Zapatista, y Jaime Hernández Rodríguez, gobernador de Nuevo León y, para mayores señas, apodado El Bronco.

Todos los que contienden por la presidencia bajo el esquema de aspirantes independientes deben conseguir 866 mil 593 firmas o apoyos distribuidos en por lo menos 16 entidades federativas, con lo que comenzaría la prueba de fuego para Zavala pues algunas voces opinan que no juntaría más de 300 mil firmas a su causa.

En breve se verá si la decisión de Zavala favorece la democracia al interior de su otrora partido, si su separación de las filas panistas le conviene y resulta que  como independiente es capaz de despertar pasiones o si su juego tiende a favorecer a otras fuerzas políticas y simplemente se trata de una estrategia sobre un plan preconcebido.

 

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