Los casi seis años del gobierno de Peña Nieto han sido de altibajos, por supuesto que fueron años complicados, los cuales estuvieron enmarcados por diferentes fenómenos internacionales como la crisis económica europea y la llegada de Trump al poder en los Estados Unidos.
Seis años de gobierno difíciles para el presidente Peña Nieto, pero además ha sido compleja toda su gestión: La deuda aumentó durante el gobierno de Peña en casi 10 puntos porcentuales del PIB, lo cual no se había visto en los últimos sexenios, bajo ese escenario crecer con deuda no es crecer.
El crecimiento del PIB ha sido bajo durante los casi seis años del gobierno de Peña Nieto, si ello lo enmarcamos en una crisis internacional en China, Brasil y Europa, podríamos justificar el crecimiento mediocre de la economía mexicana, sin embargo, la crisis en esos países y regiones no es justificación plena para seguir manteniendo un crecimiento mediocre del 2.2 por ciento promedio anual, el cual, si bien ha sido mayor al crecimiento promedio generado durante los gobiernos de Fox y Calderón, eso no satisface a la economía mexicana, la cual está necesitada de más y mejores empleos, mejores salarios e ingresos para satisfacer las necesidades más apremiantes de los mexicanos.
Se nos prometió que México tendría alto crecimiento económico si se aprobaban las reformas estructurales: energética, de telecomunicaciones, laboral, educativa, fiscal, de competencia económica, etc. Hoy esas reformas estructurales ya están aprobadas y en funcionamiento, sin embargo, el crecimiento económico prometido ¿cuándo llegará?
La inflación se nos ha salido de las manos, en lo que va del gobierno de Peña Nieto se ha generado casi 19 por ciento de aumento de precios, con ello el poder adquisitivo de la moneda ha perdido valor, los mexicanos hoy compramos menos de lo adquirido en el año 2013, ¿menos calidad de vida con Peña Nieto? Desde un enfoque del poder adquisitivo, la respuesta es sí.
Mucho se ha preocupado el Banco de México por hacer una política monetaria eficaz, la pregunta es si una inflación cercana al 7 por ciento en lo que va del año 2017 es la adecuada. Por supuesto que no. Otra variable macroeconómica importante es la referente al tipo de cambio, se ha generado una depreciación del peso acumulada del 41 por ciento con respeto al dólar estadounidense, cifra macroeconómica que se salió de las manos del Banco de México.
La reforma energética no ha dado los resultados esperados, la producción de este año es muy baja, aunado a la caída en las reservas y en las inversiones programadas; en contraste, se dio un fuerte incremento en el precio de las gasolinas y el diésel, lo cual afectó severamente a las clases medias, las cuales se han visto fuertemente golpeadas en los últimos años.
Coincido en el impacto de Trump dentro de la economía mexicana, sin embargo, si revisamos algunos datos importantes como la expulsión de migrantes mexicanos de los Estados Unidos, comparado con otros gobiernos norteamericanos, el gobierno de Trump no ha sido diferente al de sus antecesores; la salida de inversiones de la economía mexicana ha sido moderada por el efecto Trump, y el impacto negativo del TLCAN, hasta el momento no se ha dado, aun y cuando existen tensiones de que EU salga del acuerdo comercial.
México sigue siendo un país de violencia, de fiscales carnales, de socavones, de corrupción, etc. Temas que nos preocupan a los mexicanos vapuleados, los cuales decimos que la dignidad de México no es negociable.
México necesita ver resultado, dar los pasos para llegar a ser una nación de primer mundo, un sueño interminable. Hacia delante se debe trabajar en el combate a la delincuencia organizada; controlar los niveles de inflación; generar un millón doscientos mil empleos requeridos cada año; diversificar la economía; generar zonas económicas especiales; combate frontal a la pobreza y a la pobreza extrema, no dadivas; que las reformas estructurales tengan efecto positivo en la calidad de vida de los mexicanos, situación que hasta el momento no se percibe. Un final de gobierno que ni para bien, y quizá sí, mucho para mal.