Tengo recuerdos muy lucidos de hace apenas algunos años, más o menos en por ahí de 1997, cuando laboraba en una estación de radio local y donde me tocó conocer a tal vez una de las últimas generaciones de locutores, con gran voz, con mucho talento y con sobrado compromiso con el micrófono, lo que los hacía ser respetados y recordados con mucho cariño por la audiencia.
Aún tengo fresco en mi memoria que utilizábamos discos de acetato, de 33 y 45 revoluciones para escuchar música de antaño, música que aún sigue sondando en algunas ocasiones especiales, como la Sonora Santanera, María Luisa Landín, Pérez Prado, entre tantos otros. Seguramente las nuevas generaciones no tienen ni idea de lo que estoy hablando, porque quedan muy pocos recuerdos de esos grandes intérpretes que forman parte de nuestra historia musical.
Es más, aún tuve la fortuna de utilizar una máquina para cinta de carrete abierto, que según los expertos era una maravilla a la hora de editar un audio y lo pude constatar. Con el paso de algunos años, aparecieron los discos compartos, que ya existían pero comercialmente eran muy caros y en pocos lados se podían conseguir, pero en su oportunidad ese formato vino a desplazar las cintas de todo tipo, más aún a los cassettes que eran utilizados en diferentes reproductores.
Pero difícilmente se tenía claridad que los discos compactos fueran sustituidos a partir de la aparición del internet, porque es ahí donde empezó el declive de la industria de la música, ya que a través de diversas plataformas y programas, se puede descargar toda la discografía de cualquier artista, aunque fuera a una práctica ilegal.
La afectación ha sido para las discografías, las licencias musicales, la música en vivo, entre otros, porque al disminuir significativamente la distribución, la disminución de ingresos para las disqueras hizo que los costos de las licencias y los espectáculos en vivo fueran muy altos.
Actualmente empresas como Spotyfy o Pandora, representan un caso de éxito en la distribución digital, ya que este servicio de streaming representa más de la cuarta parte de todos los ingresos de la industria musical, y una de las premisas de estas industrias es tener acceso a las canciones en cualquier momento y en cualquier lugar; en pocas palabras, internet ha hecho que la música sea más accesible al público en general y que hoy el gran reto sea tener la posibilidad de contar con servicio de la red en cualquiera de sus formas.
Está claro que mientras el internet facilita el acceso a la música y diversas maneras más baratas de obtenerla, también es evidente que la parte comercial no está viviendo sus mejores momentos por la imposibilidad de generar ingresos, lo que ha obligado a buscar estrategias para dar equilibrio a esta industria.
Pero aunque pareciera extraño, también hay cosas que han favorecido a los intérpretes, porque el internet ha sido aliado de los cantantes independientes, que no necesitan de un sello discográfico para ser respaldados, actualmente basta con tener un nutrido grupo de seguidores en las diversas redes sociales para darse a conocer y contar con su propia audiencia.
La industria de la música, es, como en otros tantos casos, un ejemplo de que con la tecnología de por medio se tienen que buscar otras soluciones y otras maneras de sobrevivencia. Pero lo que es un hecho es que con el internet, la buena música jamás dejará de sonar.
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