El hombre, ese gran ser: evolucionado, transformado, instruido por otros y organizado consigo mismo, se ha desarrollado en el entorno natural y social.  Desde su aparición en la faz de la tierra ha buscado ser el mejor entre el reino animal, ha domesticado a estos seres irracionales para su alimentación, aún hoy en día aprovecha su fuerza para actividades del campo y los más pequeños como animales de compañía de chicos y grandes.

El hombre se ha caracterizado por propiciar el cambio en su manera de vivir, para ello aprovecha lo que puede en su entorno originario, este deseo ha sido por siempre, por eso manipula y trasforma la naturaleza, con el supuesto de buscar nuevas mejorías para su grey. Pero, en tiempo actual, es más la destrucción lo que provoca.

Es histórico el forcejeo contra la naturaleza y el altercado constante contra otros hombres, pugna contra lo estatuido por otros semejantes para cambiar la forma de ser, vivir, de producir lo elemental para su subsistencia biológica y para su nutrición espiritual. Afronta disputas violentas por la forma de ser, actuar, forma de pensar de otros. Algunos han logrado cambios en forma violenta, otros por la persuasión, con propuestas convincentes. Por estas actitudes ha sido catalogado desde siglos atrás por filósofos. Entre ellos, Protágoras dice, referente al maravilloso ser, el hombre: “es la medida de todas las cosas”.

En la legión de hombres constructores del México de ayer se ubica a Ignacio Manuel Altamirano, proveniente de la etnia chontal de la región de Tixtla Guerrero, sus dotes para la escritura y lectura le granjean una beca para enviarlo a estudiar a Toluca Estado de México. Allí conoció y trató a otro de los grandes pensadores partidarios del laicismo y el liberalismo, nada menos que Ignacio Ramírez, “El nigromante”, quien restableció el Instituto Literario de Toluca.

Ignacio Ramírez, forja el carácter y siembra valores éticos en el espíritu de Ignacio Manuel Altamirano, sentimiento de agradecimiento que rescata David Guerrero Flores Investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana (INEHRM). Altamirano referente a su gran maestro, signo de reconocimiento: “Ignacio Ramírez influyó en mi existencia de una manera radical, yo lo consideré siempre, no como un amigo, lo cual habría establecido entre nosotros una espacie de igualdad, sino como un padre, como un maestro, ante quien me sentía penetrado de profundo respeto y de sinceridad sumisión”.

La desmesurada sed por abrevar el conocimiento, Ignacio Manuel Altamirano continua sus estudios en el Colegio de San Juan Letrán de México, institución que lo forja para ejercer la profesión de abogado, sin embargo, su pensamiento liberal lo lleva ser escritor, dedicar sus sapiencias y energía al periodismo, además, desempeña la noble tarea de maestro de nuevas generaciones, incursiona a la política y diplomático mexicano.

El espíritu inquieto de Ignacio Manuel Altamirano lo lleva a participar en la revolución de Ayutla, movimiento político y militar gestado en el Estado de Guerrero se opone a Antonio López de Santa Ana, quien todavía ambicionaba ejercer el poder. Santa Ana es desplazado y es propuesto como presidente interino Juan N. Álvarez quien conforma su gabinete destacados liberales: Ignacio Comonfort, Melchor Ocampo, Guillermo Prieto y Melchor Ocampo, entre otros, mucho van a hacer en la conformación del país.

En la Cámara de Diputados se escucha las voces de prominentes liberales: Ignacio Ramírez, Melchor Ocampo, Francisco Zarco, disertaciones escuchadas por Ignacio Manuel Altamirano para llevar la información para la redacción del periódico en la que participaron Juan Díaz Covarrubias, Manuel Mateos, Florencio María del Castillo Alfredo Chavero, Y José Rivera y Río.

Ignacio Manuel Altamirano participó en la Guerra de Reforma, lo mismo hace  en la invasión francesa. Fue electo Diputado en tres ocasiones, desde el poder legislativo propone los antecedentes de la instrucción pública debiere ser: laica, gratuita y obligatoria. Fundador de la Escuela Normal de Profesores de México. En reconocimiento a su aportación a la educación se otorga el Premio Ignacio Manuel Altamirano a los docentes que cumplen cincuenta años en la docencia. La educación fue su prioridad, Ignacio Manuel Altamirano: externo: “La buena educación es como el perfume de las rosas, se percibe desde lejos”.

La pasión a la prensa escrita continuo, funda la revista “El Renacimiento” órgano informativo donde participan otros próceres de las letras: Ignacio Ramírez, Manuel Orozco y Berra, Guillermo Prieto, Manuel Acuña, José Peón Contreras, Manuel Flores, y Francisco Sosa

En 1869 ya apaciguado en apariencia las turbulentas aguas de confrontaciones entre grupos políticos, Altamirano fundó la revista El Renacimiento, donde colaboraron autores como Ignacio Ramírez, Justo Sierra, Manuel Orozco y Berra, Guillermo Prieto, Manuel Acuña, José Peón Contreras, Manuel Flores y Francisco Sosa. En el primer número el Renacimiento, aparece las palabras de Altamirano: “Cesó la lucha, volvieron a encontrarse en el hogar los antiguos y natural era que, bajo el cielo sereno y hermosos de la Patria, ya libre de cuidados, volviesen a cultivar sus queridos estudios y a entonar sus cantos armoniosos”.

El pensamiento de Ignacio Manuel Altamirano esta plasmado en su obra literaria: integrada en las novelas:  Clemencia, La Navidad en las montañas. El Zarco, otras áreas: Rimas, Antonia y Beatriz, Paisajes y leyendas, tradiciones y costumbres de México, Crónicas de la Semana, literatura Nacional, Obras. Obras literarias completas, y Obras completas.

En el gobierno de Porfirio Díaz desempeña funciones diplomáticas en Barcelona España. Paris Francia e Italia, País donde fallece un día como hoy 13 de febrero, pero de 1893.  Comparto al lector (a) un fragmento de su pieza poética de Ignacio M. Altamirano.

 

Porque mañana se festeja el Día del amor y la amistad:

“Pero el amor es árbol delicado

que el aire puro de la dicha quiere,

y cuando el dolor el cierzo helado

su frente toca, se doblega y muere.”

 

En hora buena a todos los que profesan el noble sentimiento del amor.